Versión atamisqueña de Bailón Peralta Luna |
La leyenda, la historia, los recuerdos
El 10 de abril de 1867 se libra la batalla del Pozo de
Vargas. Treinta y nueve años después, el 10 de abril de 1906, el diario `El
Siglo' publica la versión que don Ambrosio Salvatierra da de los hechos.
Don Ambrosio había tomado parte como soldado y recuerda que,
como a la una de la tarde, “no tardó en oírse el primer cañonazo con que nos
saludaba el ejército de Varela, y el general Taboada ordenó que el comandante
Brizuela contestara con otro disparo de cañón. El doctor González y el ayudante
mayor ponen a escape sus caballos a fin de transmitir la orden, pero como el
comandante Brizuela no tenía cañón mandó que la banda de música tocara, y ésta
hizo oír en seguida una zamba, llamada desde entonces zamba de Vargas”. Es
curioso que en el momento de comenzar la batalla el general no supiera que
Brizuela no tenía cañón, y más curioso que a falta de cañonazo disparara una
zamba.
Sigue don Ambrosio: “El efecto fue extraordinario: las
tropas, electrizadas por el efecto del baile nacional, prorrumpieron en gritos,
en vivas al general y mueras al enemigo. Todos los soldados comenzaron a
bailar, arremangándose el chiripá y tomando el fusil por el medio. Entre tanto,
las fuerzas chilenas marchando en columna cerrada rompieron el fuego. Los
batallones de tucumanos y bracheños contestaron con descargas cerradas de una
eficacia tal que al poco rato produjo la derrota completa de los chilenos”.
Es difícil imaginar a todos los soldados bailando cuando el
enemigo cañonea. ¿Al chiripá se lo
arremangarían también todos o sólo los que bailaban haciendo de mujer? Sin
embargo esta versión de don Ambrosio Salvatierra, corrigiéndole detalles, ha sido
tomada como verídica por venir de un testigo presencial. En treinta y nueve
años hay tiempo para olvidar bastante.
No sólo tiempo para olvidar sino tiempo para que los recuerdos
se entreveren con la leyenda. ¡Y vaya si habrá dado pie a leyendas esta famosa
batalla! Ese mismo año de 1906 don Andrés Chazarreta arregló la música que se
conocía por tradición y él dijo haber aprendido oyéndosela cantar a su abuela
doña Agustina. Con algunas diferencias hay por lo menos cinco versiones de la
melodía original.
De la letra muchas más, recogidas en Atamisqui, Salavina,
Mailín, La Rioja, Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy. En algunas como jefe se lo
nombra a Manuel Taboada en lugar de Antonino, seguramente por apropiarse más el
número de sílabas. También con la misma música (música de chilena como se le
dijo mucho tiempo por llegar desde el Perú por Chile, y se le dijo zamba a la
venida del Perú por las provincias del norte) se cantaban letras de amor (“En el barrio del Alto / un penitente, / se
robó una muchacha / de quince a veinte”).
Lo que parece seguro es que a la chilena la tocarían los
catamarqueños de Varela y no los tucumanos y bracheños de Taboada que no tenían
banda de música. No era tampoco baile nacional sino que recién llegaba la moda.
Y como la moda venía del poniente parece lógica la versión en la que los vencedores
se burlan de los músicos: "Preguntale
a Varela / qué es lo que baila, / si baila la chilena / del Pozo 'e
Vargas...".
Poco fiable sería la memoria del viejito Salvatierra. Y su
versión se publica en `El Siglo', que si se tratara de creerle al Liberal...
(Nota de Juan Manuel
Aragón -padre- en la sección `Efemérides´ del diario El Liberal del 10 de abril de 1993,
bajo el título “1906. Chilena”).
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