lunes, 2 de noviembre de 2015

La escuela Normal

Frente de la escuela Normal en la actualidad
El comienzo de clases, las profesoras, las egresadas
Juan Manuel Aragón

Algunos años las clases comienzan tarde, lo que ha de dañar la educación. Habrá quien diga que más adelante se va a recuperar el tiempo perdido. Absurdo. Ese tiempo que ha pasado nunca jamás va a volver; el tiempo que viene siempre es nuevito, sin inaugurar. Quizás uno de los peores males sea el de mostrar a los chicos las clases, los estudios, la disciplina, no como lo permanente sino como una anormalidad que sobreviene interrumpiendo un largo descanso debido a las vacaciones anuales, las vacaciones de julio, los asuetos sabatinos, los asuetos compensatorios. Y las huelgas.
Una vez la Normal empezó sus clases recién el 9 de mayo. Fue en 1881. Mejor hubiera sido que comenzara antes, pero de todos modos hubo ese día un general contento popular, ya que la demora se debió a contratiempos difíciles por la falta de experiencia y de medios.
La escuela había sido creada el año anterior, cuando todavía era presidente el doctor Avellaneda. Se la había solicitado en 1868, antes que un colegio de enseñanza secundaria. Por su tardanza se dispuso en 1872 una escuela superior de niñas, que recibió los nombres de ‘9 de Julio’, ‘Manuel Taboada’ y ‘Colegio Belgrano’. Esta escuela con tantos nombres recibía alumnas de la campaña y las preparaba con un programa que abarcaba Literatura, Aritmética, Religión, Gramática, Geografía, Francés, Historia, Dibujo, Música, Moral, Costura y Bordado. Con esta preparación volvían a dirigir escuelas elementales en sus lugares de origen.
Para la creación de la Normal la provincia ofreció el local de esta escuela. Tenía un salón amplio y dos piezas; una se destinaba a vivienda de la directora y la otra a depósito. Para su adecuado funcionamiento debieron levantarse seis piezas más.
El presidente Avellaneda dispuso que viniera como directora la señorita Adela Horney. Pero no vino. (Dos años después dirigiría la Normal de Rosario). Esta negativa, junto a la falta de muebles, causó la demora. El presidente Roca la nombró como di-rectora a la señorita Juana Pérez, española, que vino con sus hermanas Elvira y Antonia.
En abril comenzó la matrícula y se tomaron exámenes a las aspirantes para seleccionar a las que estuvieran en condiciones. Se inscribieron 250 alumnas en el primer curso y 20 en el segundo. El cuerpo de profesoras se completó a fines de mes, y se dispuso el presupuesto. La directora mensualmente ganaría 180 pesos fuertes; su hermana Elvira, como vice, 100 pesos; las profesoras Francisca Jacques (que más tarde sería directora por muchos años), Adelma Villar, Rosario Gallardo, Dolores Herrera, Antonia Pérez 80 pesos; como ayudantes Apolinaria Olivera, Isabel Rodríguez y Celina Palacio con 30 pesos cada una.
Se aplicaron a la tarea y en diciembre de 1884 egresarían las primeras maestras santiagueñas con títulos. Fueron las señoritas Francisca Alcorta, Aurelia Iturbe, Natalia Ríos, María Suffloni y Laureana Bravo. Puesto que no hay por qué ocultarlo al saber, los exámenes que rindieron para egresar fueron públicos, de manera que toda la sociedad apre-iara el grado de sus conocimientos. Al otro día el diario ‘El País’ haría la crónica de los temas que les tocaron y del desempeño de cada una.
Empezaron tarde las clases de la Normal en 1881. Había motivos que explicaban la demora.
(Efemérides publicada  el 9 de mayo de 1993 en ‘El Liberal’).

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