Adriana Ramos Taboada |
Adriana Ramos Taboada
Con este Libro de Artista quiero contribuir al
conocimiento de la cultura popular de Santiago del Estero, ciudad primigenia de
la actual República Argentina. Recuperar la memoria del color, su historia,
significado y valor. Rendir un sentido homenaje a quienes desde hace siglos
supieron observar y respetar la naturaleza, extrayendo de ella, en armonía con
el medio ambiente, la maravilla y el misterio del color.
Hoy, afortunadamente, se impulsa la valoración de
antiguas prácticas culturales y la humanidad se conmueve por la degradación de
la vida en el planeta; por lo cual es importante destacar los beneficios no
contaminantes del uso de tintas naturales.
Valorar la potencialidad de la naturaleza que nos rodea
es alimentar el tan necesario sentido de pertenencia e identidad para defender nuestra
historia y respetar otras culturas. Además formaremos redes de intercambio y
seremos referentes de una región con
matices únicos.
¿Se podrá alguna vez recuperar la memoria de aquella gama
interminable
de colores y matices? Lograr todo ello será enriquecer
los valores estéticos y culturales
mediante un proceso de reeducación, para aprovechar las inagotables
posibilidades de sutiles matices de los colores naturales.
La introducción de anilinas y químicos acostumbró nuestra
mirada a efectos muy vistosos. Esta vuelta al pasado enriquecerá las obras de
hoy, ampliando su dimensión estética e histórico-cultural.
Recuperar el cultivo de ciertos vegetales para la
producción de estos colores naturales servirá para conocer, valorar y conservar
el patrimonio cultural de la humanidad, así como para establecer una relación
diferente del hombre con la naturaleza.
Historia
La naturaleza contiene en potencia una fuente inagotable
de recursos cromáticos que se mantuvieron a través de los siglos
transmitiéndose de generación en generación. El hombre extrajo de raíces,
cortezas y frutos de su entorno el color para satisfacer sus necesidades y
gustos. Reconoció en ellos propiedades tintóreas y virtudes medicinales y
alimenticias que aún hoy son valorados por científicos, botánicos, químicos,
antropólogos e historiadores. Las diferentes formas del aprovechamiento se
originaron por la diversidad de climas y flora y dieron como resultado la
identidad y patrimonio de cada comunidad.
El hombre siempre tuvo conciencia de que los tintes
extraídos, su transformación y formas de uso, eran conocimientos y experiencias
adquiridas de gran valor que, además, convivían en armonía con su medio
ambiente. Los poseedores de esos misterios conocían sus efectos y según los fines usados eran personajes temidos o
respetados en cada comunidad.
El misterio del color existió desde el comienzo de la
humanidad. Las pinturas rupestres son el testimonio de la expresión de sus
sentimientos elementales y primitivos.
Con el correr del tiempo el uso del color se trasladó al
adorno en sus vestimentas y para ello desarrollaron técnicas que aseguraban la
resistencia del color a la luz, al agua y al tiempo. Estos secretos misterios
originaron riesgosos viajes de exploración en naves y caravanas para su búsqueda y comercio.
Resulta fascinante descubrir y conocer cómo el color
cruzó mares y sorteó fronteras; así fue como la grana cochinilla americana fue
adoptada en el Viejo Mundo.
Los portugueses buscaron en territorios sudamericanos el
árbol que proporcionaba el color rojo (rojo brasil) ya conocido en Oriente.
En América muchos siglos antes de Cristo se había logrado
capturar el color en los tejidos.
En Perú, en la cultura de Paracas, lograban más de cien
matices diferentes en la época que romanos, con los aportes de Grecia y Oriente,
usaban las mismas técnicas.
El Imperio Inca del Perú, que extendía sus dominios hacia
el noroeste de la actual Argentina, tenía una organización compleja que protegía
a los ”cauticamayos”, personas dedicadas exclusivamente al teñido. Tal era su
importancia.
Los conquistadores españoles describieron con sorpresa la
riqueza cromática que poseían en América al observar el manejo del color y el
comercio de sus tinturas.
Ya hace cuatro siglos cronistas españoles, escribieron: “...
Para hacer estas ropas tuvieron y tienen tan perfectos colores de carmesí,
azul, amarillo, negro y de otras... que verdaderamente
tienen ventajas a las de España” (Ciez ade León, 1945, página
279).
Otros pueblos que habitaban estas latitudes aprovechaban
también las propiedades colorantes de su entorno natural, combinando la
utilidad con conceptos propios de su cultura.
En la Patagonia Argentina los tehuelches se protegían del
frío con cueros pintados y complejos diseños; también utilizaban el color para
tatuar sus cuerpos.
En Santiago del Estero, tierra elegida en épocas de la
conquista, los nativos lograban diseños tiñendo las fibras vegetales de sus
bolsas de carga.
Significado – Lenguaje
El color siempre tuvo un significado que respondía a
distintas
causas o necesidades:
• Se relacionaba con la concepción del mundo que se
tuviese.
• Marcaba la pertenencia a un grupo
• Señalaba su condición social
• Representaba el espíritu de guerra, pesar o alegría.
El diseño y el color expresaron un lenguaje o código para
los pertenecientes a una misma cultura.
En la región del Tucumán en los valles calchaquíes las
doncellas vestían ropas de colores y lisas las que no lo eran.
En Tierra del Fuego, para los onas, el color señalaba la
pertenencia a uno de los cielos que formaban su cosmología para ser usados en
ritos o ceremonias. La pintura corporal roja indicaba la relación con el cielo
del oeste, la blanca, con el cielo del sud y la negra, con el norte.
Durante la época del Virreinato se desintegraron aquellas
culturas y formas sociales pero afortunadamente durante la colonia, surge una
organizada actividad textil tintórea y la tejeduría criolla.
Los grupos autóctonos más aislados geográficamente
preservaron su identidad en mayor grado.
En la época de la Independencia y con los avances de
análisis de laboratorio, se conocieron las sustancias con que estaban teñidos los
ponchos de los generales José de San Martín y Juan Manuel de Rosas.
Surgen nuevos significados del color: el poncho azul con
guarda beige es del departamento de Seclantás (Salta, Argentina) y el marrón
tierra es del poncho de Santiago del Estero. Los blancos y negros son de los pampas
del sur argentino.
O sea, cada región tiene su color, probablemente para
identificar su procedencia y distinguir al enemigo a la distancia. Esta
tradición deriva de las antiguas guerras gauchas.
La riqueza cromática y eficacia de las materias tintóreas
de América fueron introducidas durante la conquista en el Viejo Mundo, provocando
grandes cambios en la utilización de los pigmentos en distintas disciplinas. La
alta calidad de la grana cochinilla y el añil, fuente de excelentes rojos y
azules, puso en juego poderosos intereses económicos. Su abundancia atrajo a
colonos ingleses provocando los ya conocidos conflictos con la corona española.
Por último, quisiera que este aporte desde el arte para
recuperar la memoria del color, contribuya a una mayor valoración de la
naturaleza, de nuestro entorno, de nuestra historia. Así entenderemos la
problemática actual y defenderemos el medio ambiente y la vida
en ”nuestro” planeta.
Recursos naturales: vegetales,
animales y minerales de
Santiago del Estero
Los pueblos nativos usaron términos locales para
denominar a los tintes remitiéndose a las fibras más valoradas de su época y la
descripción detallada de los distintos matices evidenciaba su importancia.
En los marrones denominaban color guanaco al marrón
rosado, ”rubiecito” y al color vicuña, rubio o ”marrón rosado más encendido”.
Origen vegetal de algunos colores
• Tintitaco (Prosopis torcuata), (voz quechua: quenti =
crespo, tacu= algarrobo) = Marrón rosado
• Pichana (Baccharis spartioides), (voz quechua: barrer)
= Amarillo
• Retama (bulnesia retama) = Amarillo verdoso
• Palque (Cestrum parqui L’Herit) = Celeste – morado
• Mora Morada (Morus alba l.) = Lila
• Yerbamate (Ilex paraguarensis A.St. Hil) = Verde
• Cebolla (Allium cepa L.) = Anaranjado
• Hollin (humo, carbono) = Anaranjado.
• Jume (Allen rolfea vaginata) = Grises
• Tusca (Acacia caven) = Grises
• Jarilla (Larrea cuneifolia) = Amarillo anaranjado
• Fique (Flaveria bidentis) = Amarillo
• Chilca (Bacharis salicifolia) = Amarillo
• Pimiento (Schinus Molle L.) = Amarillo.
• El Ocalisto (Eucalipto), Sauce colorado (Salics), Pata
(Ximenia),
• Molle (Schinus Polygamus), Algarrobo blanco (Prosopis
Chilensis),
• Nogal (Juglans regia L), producían marrones rosados
”mas o menos encendidos”.
Del rojo – Cochinilla: (Dactilopius – Especie de Santiago
del Estero y La Rioja)
La cochinilla es un insecto parásito de las cactáceas. En
nuestro territorio argentino se utiliza la especie local: Dactilopius. Los incas
ya obtenían el rojo del insecto parásito de los cactus: La grana Cochinilla.
La recolección de la grana fue una importante actividad
económica que decae con la aparición de tinturas químicas. Hoy México y Perú
han organizado su producción por la gran demanda internacional para el uso en
cosméticos, medicinas y alimentos, ya que carecen de los efectos nocivos de los
productos sintéticos.
El insecto es de excelente calidad en Santiago del Estero
y La Rioja.
En el Norte del país se la llamaba ”socondo”; en el
Centro, ”Raíces Charrúas” y en Córdoba ”Raíces coloradas”.
Del azul: Desde las culturas prehispánicas hasta la
introducción de los químicos el azul provenía de un arbusto sometido a
complejos procedimientos para obtener el color.
En la Argentina, el índigo o añil, se obtuvo de la I.
Kurtzii Harms que crece en regiones subtropicales y cálidas.
Este color generó un intenso comercio a tal punto que lo
compraban los indios pampas del Valle de Río Negro en la Patagonia Argentina (Kernes
1983, página 180).(Producción Académica 2012 Academia de Artes y Ciencias de Santiago del Estero).
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