jueves, 5 de noviembre de 2015

Tintes naturales

Adriana Ramos Taboada
Adriana Ramos Taboada
Naturaleza, color, arte

Con este Libro de Artista quiero contribuir al conocimiento de la cultura popular de Santiago del Estero, ciudad primigenia de la actual República Argentina. Recuperar la memoria del color, su historia, significado y valor. Rendir un sentido homenaje a quienes desde hace siglos supieron observar y respetar la naturaleza, extrayendo de ella, en armonía con el medio ambiente, la maravilla y el misterio del color.
Hoy, afortunadamente, se impulsa la valoración de antiguas prácticas culturales y la humanidad se conmueve por la degradación de la vida en el planeta; por lo cual es importante destacar los beneficios no contaminantes del uso de tintas naturales.
Valorar la potencialidad de la naturaleza que nos rodea es alimentar el tan necesario sentido de pertenencia e identidad para defender nuestra historia y respetar otras culturas. Además formaremos redes de intercambio y seremos referentes de una región con
matices únicos.
¿Se podrá alguna vez recuperar la memoria de aquella gama interminable
de colores y matices? Lograr todo ello será enriquecer los valores estéticos y culturales
mediante un proceso de reeducación, para aprovechar las inagotables posibilidades de sutiles matices de los colores naturales.
La introducción de anilinas y químicos acostumbró nuestra mirada a efectos muy vistosos. Esta vuelta al pasado enriquecerá las obras de hoy, ampliando su dimensión estética e histórico-cultural.
Recuperar el cultivo de ciertos vegetales para la producción de estos colores naturales servirá para conocer, valorar y conservar el patrimonio cultural de la humanidad, así como para establecer una relación diferente del hombre con la naturaleza.

Historia
La naturaleza contiene en potencia una fuente inagotable de recursos cromáticos que se mantuvieron a través de los siglos transmitiéndose de generación en generación. El hombre extrajo de raíces, cortezas y frutos de su entorno el color para satisfacer sus necesidades y gustos. Reconoció en ellos propiedades tintóreas y virtudes medicinales y alimenticias que aún hoy son valorados por científicos, botánicos, químicos, antropólogos e historiadores. Las diferentes formas del aprovechamiento se originaron por la diversidad de climas y flora y dieron como resultado la identidad y patrimonio de cada comunidad.
El hombre siempre tuvo conciencia de que los tintes extraídos, su transformación y formas de uso, eran conocimientos y experiencias adquiridas de gran valor que, además, convivían en armonía con su medio ambiente. Los poseedores de esos misterios conocían sus efectos y según los fines usados eran personajes temidos o respetados en cada comunidad.
El misterio del color existió desde el comienzo de la humanidad. Las pinturas rupestres son el testimonio de la expresión de sus sentimientos elementales y primitivos.
Con el correr del tiempo el uso del color se trasladó al adorno en sus vestimentas y para ello desarrollaron técnicas que aseguraban la resistencia del color a la luz, al agua y al tiempo. Estos secretos misterios originaron riesgosos viajes de exploración en naves y caravanas para su búsqueda y comercio.
Resulta fascinante descubrir y conocer cómo el color cruzó mares y sorteó fronteras; así fue como la grana cochinilla americana fue adoptada en el Viejo Mundo.
Los portugueses buscaron en territorios sudamericanos el árbol que proporcionaba el color rojo (rojo brasil) ya conocido en Oriente.
En América muchos siglos antes de Cristo se había logrado capturar el color en los tejidos.
En Perú, en la cultura de Paracas, lograban más de cien matices diferentes en la época que romanos, con los aportes de Grecia y Oriente, usaban las mismas técnicas.
El Imperio Inca del Perú, que extendía sus dominios hacia el noroeste de la actual Argentina, tenía una organización compleja que protegía a los ”cauticamayos”, personas dedicadas exclusivamente al teñido. Tal era su importancia.
Los conquistadores españoles describieron con sorpresa la riqueza cromática que poseían en América al observar el manejo del color y el comercio de sus tinturas.
Ya hace cuatro siglos cronistas españoles, escribieron: “... Para hacer estas ropas tuvieron y tienen tan perfectos colores de carmesí, azul, amarillo, negro y de otras... que verdaderamente
tienen ventajas a las de España” (Ciez ade León, 1945, página 279).
Otros pueblos que habitaban estas latitudes aprovechaban también las propiedades colorantes de su entorno natural, combinando la utilidad con conceptos propios de su cultura.
En la Patagonia Argentina los tehuelches se protegían del frío con cueros pintados y complejos diseños; también utilizaban el color para tatuar sus cuerpos.
En Santiago del Estero, tierra elegida en épocas de la conquista, los nativos lograban diseños tiñendo las fibras vegetales de sus bolsas de carga.

Significado – Lenguaje
El color siempre tuvo un significado que respondía a distintas
causas o necesidades:
•  Se relacionaba con la concepción del mundo que se tuviese.
•  Marcaba la pertenencia a un grupo
•  Señalaba su condición social
•  Representaba el espíritu de guerra, pesar o alegría.
El diseño y el color expresaron un lenguaje o código para los pertenecientes a una misma cultura.
En la región del Tucumán en los valles calchaquíes las doncellas vestían ropas de colores y lisas las que no lo eran.
En Tierra del Fuego, para los onas, el color señalaba la pertenencia a uno de los cielos que formaban su cosmología para ser usados en ritos o ceremonias. La pintura corporal roja indicaba la relación con el cielo del oeste, la blanca, con el cielo del sud y la negra, con el norte.
Durante la época del Virreinato se desintegraron aquellas culturas y formas sociales pero afortunadamente durante la colonia, surge una organizada actividad textil tintórea y la tejeduría criolla.
Los grupos autóctonos más aislados geográficamente preservaron su identidad en mayor grado.
En la época de la Independencia y con los avances de análisis de laboratorio, se conocieron las sustancias con que estaban teñidos los ponchos de los generales José de San Martín y Juan Manuel de Rosas.
Surgen nuevos significados del color: el poncho azul con guarda beige es del departamento de Seclantás (Salta, Argentina) y el marrón tierra es del poncho de Santiago del Estero. Los blancos y negros son de los pampas del sur argentino.
O sea, cada región tiene su color, probablemente para identificar su procedencia y distinguir al enemigo a la distancia. Esta tradición deriva de las antiguas guerras gauchas.
La riqueza cromática y eficacia de las materias tintóreas de América fueron introducidas durante la conquista en el Viejo Mundo, provocando grandes cambios en la utilización de los pigmentos en distintas disciplinas. La alta calidad de la grana cochinilla y el añil, fuente de excelentes rojos y azules, puso en juego poderosos intereses económicos. Su abundancia atrajo a colonos ingleses provocando los ya conocidos conflictos con la corona española.
Por último, quisiera que este aporte desde el arte para recuperar la memoria del color, contribuya a una mayor valoración de la naturaleza, de nuestro entorno, de nuestra historia. Así entenderemos la problemática actual y defenderemos el medio ambiente y la vida
en ”nuestro” planeta.

Recursos naturales: vegetales, 
animales y minerales de Santiago del Estero
Los pueblos nativos usaron términos locales para denominar a los tintes remitiéndose a las fibras más valoradas de su época y la descripción detallada de los distintos matices evidenciaba su importancia.
En los marrones denominaban color guanaco al marrón rosado, ”rubiecito” y al color vicuña, rubio o ”marrón rosado más encendido”.

Origen vegetal de algunos colores
•  Tintitaco (Prosopis torcuata), (voz quechua: quenti = crespo, tacu= algarrobo) = Marrón rosado
•  Pichana (Baccharis spartioides), (voz quechua: barrer) = Amarillo
•  Retama (bulnesia retama) = Amarillo verdoso
•  Palque (Cestrum parqui L’Herit) = Celeste – morado
•  Mora Morada (Morus alba l.) = Lila
•  Yerbamate (Ilex paraguarensis A.St. Hil) = Verde
•  Cebolla (Allium cepa L.) = Anaranjado
•  Hollin (humo, carbono) = Anaranjado.
•  Jume (Allen rolfea vaginata) = Grises
•  Tusca (Acacia caven) = Grises
•  Jarilla (Larrea cuneifolia) = Amarillo anaranjado
•  Fique (Flaveria bidentis) = Amarillo
•  Chilca (Bacharis salicifolia) = Amarillo
•  Pimiento (Schinus Molle L.) = Amarillo.
•  El Ocalisto (Eucalipto), Sauce colorado (Salics), Pata (Ximenia),
•  Molle (Schinus Polygamus), Algarrobo blanco (Prosopis Chilensis),
•  Nogal (Juglans regia L), producían marrones rosados ”mas o menos encendidos”.

Del rojo – Cochinilla: (Dactilopius – Especie de Santiago del Estero y La Rioja)
La cochinilla es un insecto parásito de las cactáceas. En nuestro territorio argentino se utiliza la especie local: Dactilopius. Los incas ya obtenían el rojo del insecto parásito de los cactus: La grana Cochinilla.
La recolección de la grana fue una importante actividad económica que decae con la aparición de tinturas químicas. Hoy México y Perú han organizado su producción por la gran demanda internacional para el uso en cosméticos, medicinas y alimentos, ya que carecen de los efectos nocivos de los productos sintéticos.
El insecto es de excelente calidad en Santiago del Estero y La Rioja.
En el Norte del país se la llamaba ”socondo”; en el Centro, ”Raíces Charrúas” y en Córdoba ”Raíces coloradas”.
Del azul: Desde las culturas prehispánicas hasta la introducción de los químicos el azul provenía de un arbusto sometido a complejos procedimientos para obtener el color.
En la Argentina, el índigo o añil, se obtuvo de la I. Kurtzii Harms que crece en regiones subtropicales y cálidas.
Este color generó un intenso comercio a tal punto que lo compraban los indios pampas del Valle de Río Negro en la Patagonia Argentina (Kernes 1983, página 180).
(Producción Académica 2012 Academia de Artes y Ciencias de Santiago del Estero).

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