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miércoles, 5 de octubre de 2016

Un luthier santiagueño suelto en Alemania

Leo Lospennato

Alemania, las guitarras, el salchichón primavera

Para ser santiagueño, Leo Lospennato lleva una vida movediza. Se recibió de ingeniero, pero fabrica guitarras. Lo identifican como luthier, pero mientras tanto él escribe libros. En cuanto lo reconocen como escritor técnico, ahí nomás se pone a escribir una novela. Ahora vive y trabaja en Berlín, un lugar lejos del pago, pero al que también llama su hogar. Aqui cuenta su experiencia, su mirada sobre lo que encontró y lo que dejó atrás.
-¿Qué es lo que más se extraña de Santiago?
-La gente, por supuesto. Mi padre y mis amigos. Al resto de mi familia también, que andan desperdigados por el mundo. Parece que somos inquietos ya por tradición familiar.
-¿Y después?
-La comida. Los lomitos, el locro, y el aquél legendario cuádruple de Sossego’s que venía hasta con palmitos y salsa golf. Pero me parece que en ese caso estoy extrañando otro tiempo, no otro lugar.
-¿También se extraña el incomparable azul del cielo, el chipaco y el moroncito?
-Obviamente. Lo único que me alegro haber dejado atrás es el calor, a pesar de que el invierno allá dura cinco meses.
-¿Cuál era su actividad en Santiago?
-Mi primer trabajo fue en el Nuevo Diario, mientras estudiaba. Es una época de la que tengo hermosos recuerdos, en particular el “Santiagueñazo” de diciembre de 1993. Vivirlo desde adentro de un diario fue una experiencia inolvidable. Luego me recibí y allí empezó la búsqueda de nuevos horizontes: me fui a trabajar en la IBM. La lutería profesional estaba lejos; en aquellos tiempos todavía me ocupaba de las computadoras.
-¿Por qué se radicó en Alemania?
-La crisis del 2001 fue el catalizador. Durante los disturbios y saqueos de aquellos días me bajaron del auto con una pistola en la cabeza para robarme todo. En ese momento decidí que no quería vivir más en esa “Ciudad de la Furia” que es Buenos Aires. Así que me fui a la tierra de mis ancestros: a Italia por un año, y luego a Berlín, por razones profesionales.
-¿Cuándo se le dio por las guitarras eléctricas?
-Empezó como un pasatiempo, cuando era chico. En las guitarras encontré la unión de varias cosas que me apasionan: el arte, el di-seño, y la tecnología. Dicen por ahí, que el mejor trabajo que existe es lograr que te paguen para hacer tu hobby. Y curiosamente, también encontré el hobby dentro del hobby: escribí dos libros que se volvieron seminales en la materia, así que ahora además de lutier también trabajo como escritor. Lo que más me gusta, en realidad, es trabajar independientemente, cometiendo mis propios errores y aciertos, libre de jefes y de subordinados. Claro que eso me obliga a ser un hombre orquesta: soy ordenanza, diseñador, gerente, cocinero, jefe de redacción y cadete. Todo junto.
-¿Sabe y puede fabricar guitarras españolas?
-Algún día me daré el gusto de hacerme una para mí. Pero la construcción de guitarras clásicas sigue reglas muy precisas, porque está muy ligada a cuestiones acústicas y a una larga tradición. Las guitarras eléctricas, en cambio, suenan por acción de un micrófono, lo que me da libertad para crear formas originales y usar materiales innovadores.
-¿Sabía que en Tucumán existe una escuela de luthería desde hace muchísimos años? ¿Habría estudiado ahí en vez de estudiar ingeniería en computación?
-Sí, claro, tuve la ocasión de visitar esa escuela hace ya casi 30 años, durante mi primer año de universidad. Ni se me cruzó por la cabeza cambiarme de carrera, no sé por qué. Igual, no me arrepiento de lo que hice; me arrepiento de las macanas que me mandé en la vida por inacción, más que nada.
-¿Cuál es el grupo o el guitarrista más famoso que haya adquirido uno de sus instrumentos?
-Sin dudas la banda “Kontrust”, una de las más reconocidas de Europa en este momento. Hay varios videos en YouTube; tocan vestidos con trajes tradicionales austríacos pero la música es muy rockera, lo que causa un efecto muy original. Para ellos hice un bajo y una guitarra.
-En cuanto a precios, ¿en qué rango están sus guitarras? ¿Baratas, caras, inaccesibles?
-Hay dos formas de encarar un negocio: ofrecer la mejor calidad, u ofrecer el mejor precio. Y el mejor precio en este negocio lo tienen las fábricas en China, Indonesia, y otros países del lejano oriente que producen guitarras de a millones, pero con una calidad apenas acorde con ese precio bajo. Pero este lutier solitario, crecido en el barrio Autonomía y recibido en la Escuela Industrial, ¿qué puede hacer para competir? Yo no tengo fábricas, ni empleados, ni un departamento de marketing. Entonces mi única opción es apuntar a fabricar las mejores guitarras del mundo, pero pocas y caras. Ojo, la calidad no es solamente una cuestión de talento: es, antes que nada, una decisión de negocios. Es un mercado difícil, porque tengo muchos colegas que hacen cosas maravillosas, en muchas partes del mundo. Pero de última prefiero competir contra ellos y no contra una mega-empresa que destruye los bosques con la tala y contamina los ríos con desechos.
-¿Y cómo se asegura de que sus guitarras no hagan precisamente eso?
-Trabajo con maderas certificadas, sin riesgo de extinción, provenientes de bosques renovables. Todo lo hago minimizando descartes y reciclando de acuerdo a las leyes ecológicas locales. Hasta el servidor que hospeda mi sitio web funciona con energías renovables.
-¿Construye a pedido o primero fabrica un instrumento y luego lo pone a la venta?
-No me gusta vender, por eso trato de hacer instrumentos que se vendan solos. Lo primero es diseñar algo totalmente único, inhallable en cualquier otro lado. Luego lo construyo, y se lo mando a mi distribuidor en Estados Unidos para que se ocupe de venderla, así puedo seguir con lo mío: hacer más guitarras y escribir más libros.
-Dígame por qué tengo que comprar una tuya y no de otro lutier cualquiera.
-Tenés que comprar una guitarra mía porque te enamoraste de ella. Si te enamoraste de la guitarra de otro lutier, comprate ésa otra. Una guitarra es algo que se lleva puesto, casi. A diferencia de otros objetos de la vida diaria, un instrumento musical está en contacto con tu cuerpo, y vibra con él. Además, para el músico profesional la cuestión es otra: ¿Por qué comprar una Gibson o una Fender igualita a la que tienen todos, igualita a todas las copias truchas que vienen de China, si por casi la misma plata te puedes comprar un instrumento hecho por un lutier, en colaboración con vos, a medida para vos? Un instrumento original es muy valioso para un músico, porque lo ayuda a diferenciarse del resto, a forta-lecer su identidad tonal, visual, y artística.
-Bueno, ya que es también escritor, deme sus mejores consejos para escribir bien.
-¿Consejos?
-Sí.
-No tengo. Bukowski sí tiene. Él dice que no hay que escribir; que a menos que las palabras te salgan del alma como un cohete, no hay que escribir nada, que todo se escribirá por sí mismo cuando llegue el momento. Dolina dice lo opuesto: hay que empezar como sea, incluso con una mala idea; si no, las buenas ideas no llegan nunca. No sé cuál de los dos tiene razón.
-¿Facebook fue un adelanto en su comunicación con Santiago o una pérdida de tiempo?
-Metáfora extraña: al Facebook yo lo comparo con un cuchillo de cocina. Con un cuchillo vos puedes cometer un crimen o puedes preparar un locro de antología: todo depende de cómo lo uses. La web me permite estar en contacto con mi familia y mis amigos, lo que de otra manera sería imposible. Es más: la web se ha vuelto un recurso central en mi negocio. Pero creo que la clave está en usarla como facilitadora del contacto humano, y no como sustituto del mismo. En la web no puedes compartir un café con un amigo, no puedes hacer el amor, no puedes darle un abrazo a un ser querido. Es una herramienta nomás, no es la vida misma.
-¿Conoce a muchos santiagueños que vivan en Alemania?
-Aquí tengo tres o cuatro amigos argentinos. Santiagueños en Berlín todavía no he encontrado. Pero, aunque no sean santiagueños igual saben hacer ricos asados, con carne argentina y todo. Y en mi casa se hacen las mejores empanadas que se consiguen desde Islandia hasta el Mar Mediterráneo. Pero de vez en cuando nomás, porque es mucho trabajo.
 -¿Está casado con una argentina o con una alemana?
-Estoy casado con una argentina, con una italiana, y con una (próximamente) alemana. No es poligamia: al igual que yo, mi esposa tiene varias ciudadanías. Andrea es politóloga, y dirige una organización que capacita activistas por los derechos humanos en el uso de tecnología para contrarrestar la persecución del Estado en países con gobiernos totalitarios.
-¿Es difícil adaptarse a Alemania, o después de aprender el idioma todo es más fácil?
-El idioma es la principal barrera. En Italia, luego de un año ya me preguntaban: “¿Y vos, de qué parte de Italia sos?” Había algo raro en mi acento, pero no me identificaban como extranjero. Claro, el italiano es un idioma hermoso, y relativamente fácil de aprender. El alemán es otra cosa. Alguien decía que el alemán no es un lenguaje, sino una conspiración contra la humanidad. Hace ya 13 años que vivo acá, y todavía estoy aprendiendo este idioma maldito. Lo más gracioso es que con mi médico, con mi abogado, y con mi asesor de impuestos hablo sin problemas; el problema lo tengo en la panadería y con el portero de casa, porque me hablan en dialecto berlinés y se me escapa la mitad de lo que dicen.
-¿Los alemanes son tan fríos y distantes como dicen?
-Los alemanes no son fríos, pero son protocolares. Tienen una fuerte tendencia a hacer lo correcto, a seguir las reglas. Por eso la “gauchada” es una cosa relativamente rara. Uno llega corriendo a la parada del tranvía, y el chofer te ve venir por el espejo retrovisor, pero igual arranca y se va. No lo hace de maldito: lo hace porque allá todo sigue un procedimiento, y el tipo no puede retrasar a todo el pasaje demorándose un minuto de más para esperarte. Si llegaste tarde a la parada, es un problema tuyo. El lado positivo es que, como todo funciona ordenadamente, sabes que en cuatro minutos llega puntualmente el próximo tranvía, porque el chofer de este nuevo tranvía tampoco se demoró esperando a nadie. Distinto es con alguien en silla de ruedas, por ejemplo: ahí el chofer se baja, extiende la rampa, lo ayuda a subir, etcétera. Pero estoy seguro de que esas demoras ya las tienen calculadas en el esquema de recorridos, y el gesto no es visto como solidaridad, sino como lo que corresponde hacer. En Alemania se deja poco librado a la improvisación: todo se planea y se ejecuta lo mejor posible.
-¿Qué diría si oye que alguien dice “¡Tanto tiempo, chincanqui!” y resulta no era para usted el saludo?
-No podría decir nada, por la sorpresa. Si llega a pasar, ojalá que alguien me saque una foto justo en ese momento. Te juro que la pongo como foto de perfil en mi Facebook.
-¿Qué sabemos los santiagueños de los alemanes y en qué estamos equivocados cuando pensamos en ellos?
Un amigo porteño me preguntó una vez qué hacía yo en Alemania, un lugar que él creía lleno de nazis, perros ovejeros y policías grandotes. Imagen errónea, por supuesto. Es cierto que todavía quedan algunos nostálgicos de los peores tiempos, pero es una actitud que la sociedad no tolera más: aquí cualquier apología fascista o nazi te puede valer hasta cinco años de cárcel. Vos sabes que mi hermano vive en Colombia. Una vez me dijo: “Bogotá es una ciudad muy segura: puedes andar tranquilo por la calle porque hay policías con ametralladoras por todos lados”. Y yo pensé que no, que en realidad estar seguro es andar tranquilo por la calle sin necesidad de que haya ningún policía armado en cada esquina. Eso sí, si llamas a la policía, aparecen en tres minutos. Otro ejemplo: una vez en la calle sentí un dolor repentino en el pecho; llamé a la ambulancia y me quedé esperando sentadito en la vereda. Resultó que no era nada serio, pero ocho minutos después del llamado ya me estaban haciendo entrar en la sala de emergencias del hospital más cercano, acostado en una camilla. Como te decía antes, la clave de Alemania es que todo, todo funciona.
-¿Qué ha aprendido de los alemanes, algo que usa en su vida diaria?
-Esa preocupación por hacer las cosas bien, sea lo que sea que hagas. No importa si sos barrendero o neurocirujano: vos tienes que hacer bien tu trabajo, y basta. A veces son un poco irritantes con esa obsesión, pero creo que a la larga es positivo. Y otra cosa interesante: la política no está presente en la vida diaria, como pasa en Argentina. Nadie me habla de política, nunca, para nada. Me hablan de otras cosas. Me hablan de cine, de arte, de deportes, del clima. A veces salen en la charla los grandes temas nacionales, como los refugiados de Siria o el terrorismo internacional. Pero no se arma polémica. Nadie se mete en tu vida privada, tampoco; a nadie le importa qué auto tienes, si sos gay o no, o de qué marca es tu reloj. Se respeta mucho al otro. Piropear, insultar, hablar fuerte por el celular en público... son todas cosas vistas como fuera de lugar. Y tampoco existe el chismerío, tal vez como consecuencia de haber sufrido los ciudadanos en carne propia el espionaje del Estado, tanto durante el fascismo como en los tiempos de la Guerra Fría.
-¿Piensa volver y radicarse en la Argentina o en algún lugar de América?
-En 1930 mi abuelo dejó Europa para irse a Buenos Aires; en 1970 mi padre dejó Buenos Aires para irse a Santiago; en el 2000 yo dejé todo eso y terminé en Europa, cerrando un círculo que me llevó a encontrar mi lugar en el mundo. Siempre voy a llevar a Santiago y a la Argentina en el corazón, siempre serán mi pago querido, pero lo que yo llamo “mi hogar” está del otro lado del océano, en Berlín.
-Entonces, sin vueltas: ¿Qué es al final?, ¿santiagueño o alemán?
-¿Soy santiagueño? Por supuesto. Pero eso no es lo único que soy. Ser argentino, ser varón, ser bautizado católico... esas son todas cosas que me tocaron ser. Pero ser lutier, ser viajero, escritor, ser esposo... esas son las cosas que yo hice de mí mismo, y por lo tanto son las cosas que realmente me definen.
-¿Qué es lo primero que hará si vuelve a Santiago alguna vez?
-Ir a la despensa de mi padre sobre avenida Alsina, entrar con cara seria, y pedir cien gramos de salchichón primavera y una bilz Secco. Para ver la cara que pone, nomás.
-Última: ¿Cómo se dice “Santiago del Estero” en alemán?
-Se dice “Sankt Jakob an der Flussmundung”. Ahora, cómo se dice “cien gramos de salchichón primavera y una Bils Secco”, eso sí que no sé.

Brevísimo manual del santiagueño trotamundos
-¿Qué es lo primero que le recomendaría que haga a un santiagueño que va a Alemania a quedarse?
1) Irse bien. Si es posible, arreglar un retiro voluntario en el trabajo actual, de modo de crear una reserva de dinero. En cualquier caso, hay que irse expresando tu gratitud por la oportunidad que te dieron. Uno nunca sabe cuándo puede desandar camino.
2) Llegar bien. Asegurarse de tener los papeles en orden para quedarse a donde sea que llegues: tener ciudadanía o permiso de estadía, y luego obtener la residencia. Son trámites complejos, que demoran mucho, pero sin eso no tienes chances de quedarte. Cuidado con los “gestores” que prometen resultados y después desaparecen con la plata.
3) Aguantar bien. Llevar una reserva de dinero para mantenerse por al menos 6 meses sin trabajar.
4) Aprender el idioma antes de irse. O irse a un país hispanoparlante.
4) Tener un plan de contingencia. Contactar a alguna comunidad allá que ayude a los inmigrantes. No cualquier conocido o comprovinciano, sino gente especializada en el tema. Y de última, comprar un pasaje con el regreso abierto, o mantener siempre una reserva extra de dinero para comprar un pasaje de vuelta. En el peor caso, si las cosas no van como uno esperaba, se puede volver y tal vez intentarlo de nuevo más adelante.
©El punto y la coma.

martes, 2 de febrero de 2016

Andrés Chazarreta y Walt Disney

En el hotel Alvear de Buenos Aires
La fotografía, el documental, la crítica

Fotografía tomada en 1941 en la terraza del hotel Alvear Palace, cuando Disney y su grupo recorrieron nuestro país durante el rodaje de un documental, los amplificó y desde allí eligió los puntos de referencia para ir reconstruyendo cada detalle de la travesía en un documental muy bien recibido por la crítica, cuyo estreno en la Argentina es una incógnita.

Del contacto con figuras del espectáculo como el Profesor Chazarreta y su compañía de músicos y bailarines, nacieron poco después dos exitosos largometrajes: Saludos amigos , de 1942, y Los tres caballeros, de 1945. En la fotografía puede apreciarse a Walt Disney bailando una zamba junto a Anita Chazarreta (h) y de fondo la orquesta dirigida por Chazarreta.
(Toma aportada por Adriana Lizondo),

sábado, 14 de noviembre de 2015

Los Carabajal

Tapa del álbum Vamos a andar la noche 
con...(1973): Kali Carabajal. Oscar Testa, 
Oscar Evangelista, Kuti Carabajal.
La música, los Ckari Huainas, las formaciones

Los Carabajal es un conjunto de música folklórica de Santiago del Estero, la Argentina. Creado en 1967, fue integrado originalmente por Agustín Carabajal, Carlos Carabajal (ex integrantes del conjunto tradicional santiagueño Los Ckari Huainas) Cuti Carabajal y Kali Carabajal. Esa formación tendrá sucesivas integraciones, con la única permanencia de Kali.
En los primeros dos años se retiran Agustín y Carlos, quienes integrarían Los Manseros Santiagueños, al igual que luego lo harían Carlos Leguizamón y Cuti Carabajal, y en 1968 se incorpora Mario Carabajal, "Musha". Entre 1973 y 1978 el grupo lo componen Kali, Cuti y los salteños (Salto Argentino) Oscar Evangelista y Oscar Testa. Para fines de la década de 1970 se incorporan Roberto Carabajal y Peteco Carabajal, quedando con cuatro integrantes: Kali, Roberto, Peteco y Mario.
En la década del 80, Roberto y Peteco se van y el grupo lo integran Kali, Musha, Luis Paredes y Mario Álvarez Quiroga. Kali compone canciones como la zamba No despiertes aún y Álvarez Quiroga aporta Romance de aquel hijo y Penas y alegrías del amor. Se retira Álvarez Quiroga y entra Jorge Leguizamón, “el Mono”, y luego dos hijos de Kali: Walter y Carlos Enrique Carabajal.
En 1995 obtienen un notable éxito en el festival de Cosquín y se retira Leguizamón siendo reemplazado por Franco Barrionuevo. Incluyen canciones como Boquita de luna, Santiagueños de ayer y Corazón santiagueño.
A inicios de la década del 2000 se suma en el canto Lucio Rojas y Andrés Simón en teclados. En 2007 Carlos Cabral reemplaza a Rojas. Ese año celebraron su 40 aniversario con un espectáculo en el Teatro Ópera, de la Capital Federal.

Miembros originales
Agustín Carabajal, Carlos Carabajal, Cuti Carabajal y Kali Carabajal

Otros miembros
Oscar Evangelista, Oscar Testa, Roberto Carabajal, Peteco Carabajal, Luis Paredes y Mario Álvarez Quiroga, Jorge "El Mono" Leguizamón, Franco Barrionuevo, Andrés Simón, y Lucio Rojas.

Miembros actuales
Kali Carabajal, Musha Carabajal, Walter Carabajal y Blas Sansierra.

El grupo ha estado activo desde la década de 1960 y ha expresado varias generaciones del arte de la familia Carabajal, una destacada familia de músicos santiagueños. Algunas de las canciones más conocidas de su repertorio son La Telesita, Un domingo santiagueño, Vamos a andar la noche, Como pájaros en el aire, No despiertes aún, Romance de aquel hijo, Penas y alegrías del amor, Boquita de luna, Santiagueños de ayer y Corazón santiagueño, entre otros.

Álbumes
40 AÑOS – Parte I, 2008, Marka
100 años de chacarera, 2006, Marka
Aniversario, 2003, Marka
Espíritu, 2000, EMI
30 Años en vivo Volumen 1 y 2, 1997, (MyM)
Cuando el pecho se siente, 1996, (MyM)
Sueños, 1995, (MyM)
20 Grandes éxitos, entre 1992-1994,
Bailando en la Salamanca, 1992
Caminos, 1991, (Polygram)
Homenaje a Carlos Carabajal - En vivo
Carabajalazo,
De monte adentro
Los Carabajal, 1990
Entre ayer y mañana, 1989 (Microfón)
Sangre de mistol
Domingos santiagueños
Memorias de la tierra
No despiertes aún
Secretos de familia
Vamos a andar la noche con..., 1973 (Odeón)

(Tomado de Wikipedia).

martes, 27 de septiembre de 2011

Amadeo Antonio Lobo "Cacho"

Cacho Lobo.
La música, el folklore, los cuentos

Corría el año 1943, en un hogar muy humilde de la campaña santiagueña, allá donde el bosque abraza con sus misterios y encantos esta tierra que se parte reseca y desolada, en una casa muy vieja, una mujer daba a luz a un nuevo vástago, el cuarto varón y octavo hijo hace entonces, porque al final de la cosecha fueron catorce los hijos que conformaban la familia de Ercilia y Ramón Rosa Lobo.
Ella mostraba siempre valentía y carácter férreo en todo instante de la vida. Él era un criollo tranquilo, bonachón, hombre de fácil sonrisa, muy amante de la música, intérprete de violín, mandolina, guitarra, acordeona y además bailarín y cantor.
De esta unión nación Cacho Lobo (nuestro personaje), acunado al ritmo arisco de la chacarera por los pagos de la vieja estación Laprida, allá en el departamento Choya, pago al cual siempre recuerda y para el que tiene sus mejores elogios.
Era tanta la pasión por la guitarra que cuando tenía 15 años conoció a don Fortunato Juárez y él fue quien lo encaminó en las primeras lecciones, en la composición de unas chacareras y también quién lo impulsó para ser narrador de cuentos. Con el tiempo Fortuna Juárez sería el profesor de guitarra de sus hijos y actualmente el arreglador de la mayoría de las piezas que interpretan.
Cacho Lobo, conocido así aunque su verdadero nombre es Amadeo Antonio Lobo, integró varios conjuntos foklóricos entre los figuran Los Inti Rupaj, Los Norteños, Los Inti Sumaj, Orlando Gerez y un dúo con Aurelio Gómez (de los Cantores de Santiago), que se denominaban Los Changos Santiagueños. Sus condiciones de cantor de chacareras picarescas mezcladas con humor santiagueño lo llevaron a recorrer varios lugares de la provincia y algunas provincias hermanas, paralelamente compuso piezas de neto corte folklórico. Esto lo llevó en 1975 a incorporarse como socio de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores, aprobando el examen como autor y compositor.
También en 1975 grabó su primer disco larga duración para el sello Diapasón de la Capital Federal, con piezas cantadas y cuentos.
En mayo de 1979 se publicó su primer libro de poemas, cuentos y cantos, titulado Santiagueñadas. También publicó Sentimientos.
Junto a un grupo de artistas santiagueños, Cacho lobo estuvo representando a la provincia en agosto de 1977, durante una semana en el teatro Astral de la Capital Federal, en un espectáculo que se denominó “Santiago y su magia”.
El escenario mayor de Cosquín, en tres oportunidades lo tuvo representando a Santiago en la delegación oficial.
Las provincias de Salta, Jujuy, Tucumán, Santa Cruz, Buenos Aires, Entre Ríos y toda la provincia de Santiago del Estero, saben de sus cuentos, de sus chacareras y los chistes oportunos que ya trae en la sangre, como buen santiagueño.
Sus versos, relatos y cuentos fueron publicados en diversos diarios y revistas como la publicación ininterrumpida por cinco años en el diario El Liberal, del rincón humorístico titulado “El cuento de hoy”.
En 1976 y 1977 se desempañó como secretario de actas de la comisión directiva de la Sociedad de Folkoristas Santiagueños, paralelamente ocupó en esos mismos años, la secretaría de actas del Alero Quichua Santiagueño.
Numerosos son los intérpretes que grabaron sus canciones que se suman más o menos cuarenta, entre grabadas y editadas, en diferentes géneros.
Falleció el 18 de mayo de 1997. 
Tomado de su libro Sentimientos.

Acordeona vieja amiga

Acordeona de mis tiempos
compañera de bailantas
acordeona compañera
qué misterio hay en tus flautas
que al sonar de las guitarras
en sapucay te agigantas.

Te han de encontrar acordeona
marcadora de compases
alegrando las cuadreras
y bailes de carnavales
o entre el alcohol de las copas
compañera inseparable.

Los dedos sobre las teclas
embrujados te caminan
en ese cuerpo caliente
de música correntina
acordeona mensajera
de sueños mi vieja amiga.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Yesmín Llebeili

Yesmín Llebeili.

La danza árabe, la pasión, la cultura de los antepasados

Santiagueña descendiente de árabe que alcanzó el reconocimiento nacional e internacional como docente, bailarina, coreógrafa e investigadora de la danza de la tierra de sus antepasados.
Yesmín Llebeilli desde los ochos años tiene grabadas a fuego las enseñanzas que recibió de su Añatuya natal, de sus abuelos maternos Ayuch y Rajul. Fueron ellos quienes le inculcaron el amor por las costumbres y tradiciones de su tierra y por los de su madre norma, que le hacía leer mucha poesía. De aquella primera danza en árabe en la escuela de la Capital de la Tradición que realizó cuando tenía ocho años hasta su presente como docente y bailarina prestigiosa ha cosechado logros locales, nacionales e internacionales por su labor inquebrantable para hacer conocer esa cultura.
Yesmín dejó cuarto año de abogacía que cursaba en Córdoba. Allí integró la juventud de la Asociación Argentino Árabe, en la que cimentó el amor por la tierra de sus antepasados. Cuando regresó a Santiago, creó la academia que lleva su nombre y la casa de la cultura Argentino-Árabe. Empezó con tres alumnos y hoy superan los doscientos.
En el 2000 y años siguientes viajó a Egipto para convivir en el desierto con los beduinos. Para consustanciarse con la música y la danza visitó Siria, El Líbano, Jordania y Marruecos. Realizó un master en danza e investigación en El Cairo. Confesó que hace más de quince años comenzó con la investigación de la danza en los distintos países árabes. Trabajó incansablemente para emprender un estudio directamente de las fuentes y con los nativos de cada país, no sólo investigadores e historiadores sino también arqueólogos y antropólogos. Buscó los elementos que caracterizan la danza, que los identifica, su simbolismo en cada movimiento, respetando los valores culturales a través de la expresión del baile.
En octubre del 2006 se realizó en Grecia un congreso internacional de danza con el auspicio de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura y el ministerio de Cultura y Educación del país organizador. Sesenta y tres naciones formaron parte del congreso y entre sus participantes y expositores se destacó Yesmín Llebeili, única representante de hispanoamericana en dictar una clase y una conferencia sobre danza.
“Llegar a este congreso es lo máximo que se puede aspirar en danza, ser seleccionada fue una felicidad”, comentó emocionada.
Dejó en claro que la enseñanza de las danzas árabes no sólo pasa por una cuestión de tecnicismo sino de amor, pasión y entrega por lo que se hace, reivindica las raíces de la tierra de sus antepasados.
Participó con su ballet en festivales internacionales en Turquía, Ecuador, Siria, Chile, Jordania y Egipto.
Además de explotar su verdadera pasión, transcribió sus sentimientos en su libro “Desde mi corazón árabe”, presentado en el 2005.
Representó a la danza en el Senado de la nación, donde disertó sobre la filosofía de la danza del vientre y su adaptación en la educación formativa. Yesmín es una mujer sensible, culta y que transmite puro sentimiento a través de la danza. En el 2003 fue elegida la mejor de la Argentina por intercambios artísticos mundiales. En el 2004 el municipio capitalino la distinguió como Mujer Santiagueña en el rubro danzas.
En el 2006 fue galardonada por la Cámara de Diputados como embajadora cultural de la provincia en el día internacional de la mujer. Actualmente es miembro del consejo internacional de la danza de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
“Alguien que me hizo sentir que la vida es bella es mi hijo, Yusiff Emir”, expresó alguna vez.
Jalil Gibrán ha dicho: “El alma del filósofo habita en su cabeza, en alma del poeta en su corazón, pero el alma del bailarín vibra en todo su cuerpo.
Tomado de Santiagueños Notables III, de Roberto Arévalo.

martes, 30 de agosto de 2011

Jacinto Piedra

Jacinto Piedra.
La vida, la rebelión, los sentimientos

Cuando las emociones confluyen buscando un mismo propósito, ningún sueño cae roto, porque la ilusión misma despega del corazón buscando rebelarse y los senderos de la realidad abren paso a ese nuevo misterio, que a veces no conocemos ciertamente pero lo intuimos, lo imaginamos y lo llevamos tan adentro, que lo alimentamos todos los días con la pasión del vivir. Los verdaderos soñadores no pierden ninguna batalla, porque las adversidades de la vida misma los alientan a seguir.
Jacinto Piedra, músico y poeta santiagueño, fue un artista notable que trascendió gracias a su inclaudicable firmeza testimonial. Concitó su atención a la música porque entendió que había que transmitir el mensaje de una manera pacífica, efectiva, sin armas, porque su palabra fue su espada más segura.
El clamor de su poesía siempre meditada, tuvo esa pura intención de evocar la verdad, de revelar el lado mísero del hombre mundano. “…Y hoy estoy de vuelta aquí donde ni el vuelto te dan, las propinas del amor son igual al que las da”.
Más allá de los contratiempos de vivir en un mundo agitado, su vida estuvo signada por un claro compromiso existencial porque la pasión deslumbró en el gesto del canto. Y fue así como la copla dibujó la realidad y el artista supo desnudar desde su perspectiva filosofal el misterio de la realidad.
Y hoy quizás el canto del cardenal todavía vuela por algún rincón del universo para continuar en la búsqueda de alguna libertad divina, de algún sueño que le dé paz, porque en la travesía de la vida a la que tan rápido dejó por designio del Creador, pasó sin querer a convertirse en un mito.
Jacinto era un tipo cualquiera buscando una vida diferente, como todos nosotros, frente a las dificultades propias de un sistema que utiliza las creaciones de los artistas y sus imágenes para convertirlas después en productos vendibles, más allá de su condición estética.
Aunque para muchos siga siendo una leyenda, desde otra visión algunos preferirán recordarlo como alguien que se adelantó a su tiempo, desde su voz, desde el color de sus melodías y desde su poesía tan testimonial para la música folklórica.
Para algunos seguirá siendo eso, un idealista que despertó esperanzas a una juventud defraudada por su sociedad, que filosofó la condición humana con la “Chacarera del amor”, como una forma de reivindicar el valor de nuestras propias libertades. Para eso el amigo Tucho Ruffa podría resumirlo mejor: “Él era tal cual lo que escribía, quería que los hombres fueran reales porque nadie es heredero de nadie”.

Su vida artística
Sus padres don Manuel Gómez Oroná, otrora reconocido gran bailarín y doña Haydée Leguizamón, lo apoyaron incondicionalmente por lo que desde muy jovencito, a los 7 años, logra debutar como “Ricardito, el niño cantor”, en la confitería Belgrano, frente a la plaza Belgrano, de la capital santiagueña.
Gran parte de su infancia transcurrió en el viejo barrio de Tala Pozo, pero al poco tiempo su familia se trasladó a Buenos Aires hasta que se radicó en Morón. Fueron aquellos tiempos -a fines de la década del 60- cuando el rock de los internacionales Beatles, Pink Floyd o Spinetta y Charly en nuestro país, hacían furor entre los jóvenes, por lo cual muchos no dudaron en incursionar en este género tan influyente, al que Jacinto por supuesto, no le pestañeó un momento. Entonces comenzó a experimentar con la denominada música progresiva de los años setenta, tocando y cantando en bandas como “malva Blues” y “El obelisco”.
Algunas andanzas por Bolivia y Perú le posibilitaron conocer otros ritmos y un pasado en común que lo identificaban con sus antepasados.
Después de estas fascinantes experiencias le siguieron las agrupaciones más reconocidas en su etapa profesional: “MPA” y “Los Santiagueños”, luego el conjunto vocal “Kausay” y algunas colaboraciones con “Tucho Ruffa y la calle”, más su único trabajo como solista titulado “El incendio del poniente”. Por allí algunas grabaciones encontradas en el tiempo, hablan de un Jacinto con varias composiciones sin registrar, algunas de esas piezas son “nuevo”, “Los malos gobiernos”, “Como hilos de plata”, entre otros.

La última entrevista
Jacinto Piedra concedió su última entrevista periodística, en su casa del barrio Belgrano, el 20 de octubre de 1991, a la revista Ventana abierta.
Los siguientes son fragmentos extraídos de la entrevista realizada por Hugo Orlando Ramírez:
Decía Jacinto: “El arte fundamentalmente se basa en los sentimientos y en la espiritualidad, yo creo que aún el más hipócrita de los artistas, si es artista en el alma tiene cosas buenas.
“Los discos son importantes cuando son hechos en función del arte. Yo siempre he sido un intérprete, pero me he puesto a componer para pincharlos a los demás, para que produzcan mejores cosas los que tienen talentos.
“Nosotros los músicos somos el vehículo del mensaje que te está tirando la gente y uno de debe escucharla, interpretarla. Debe tener el don y el tiempo. Entrar en un estado contemplativo permanente de la vida, de las cosas.
“Ojalá un día puede tener acceso a trabajar por estructuras nuevas dentro del arte, así sea que tenga que caer en lo político.
“Lo más fuerte de Santiago, lo que hay que cuidar es el patrimonio musical que tenemos. Crear organismos para que a través de los músicos nos unamos y podamos llevar adelante este proyecto. Porque al más alto gobernante y al más humilde de los militantes les gusta la chacarera.”

Mi rebelión te canta
Su canción fue valiente. Renegó del poder pero tuvo que aliarse al poder y apoyar una candidatura para movilizar el arte santiagueño. La suerte no lo acompañó. En la madrugada del 25 de octubre de 1991, un fatal accidente automovilístico en San Carlos, cerca de La Banda, puso fin a la vida del trovador santiagueño.
Ya lo dijo Nietzsche: “Poeta no es el que escribe, es el que se atreve a confesarse y mantener una actitud poética ante la vida”. Evidentemente Jacinto supo defender esa idea tan sustancial para la vida de un artista que siso más y llegó hasta donde pudo. Un “guerrero incansable” que sirvió a un ideal de vida desde su misión con el canto sentido “florecido en rebeliones y asumiendo conciencia”.
Nota publicada en El punto y la coma, firmada por Omar Estanciero.

Chacarera del amor

En un monte vecino
cantó un cardenal
y un mediodía de flechas
lo quiso callar
pero tu sol quería
volverlo a encontrar.

En un lugar del tiempo
la vida se unió
junto con la inocencia
en que nace el amor
los cuerpos no son carne
que regala Dios.

Tierra bendita tierra
de palos y mar
esta guerra es eterna
es furia que va
baila por las naciones
donde hay libertad.

En un monte vecino ...

En las calles florece
una juventud
que no tiene futuro
donde está tu amor
mi rebelión te canta
lo que me faltó.

Un beso es solo un beso
y una condición
relámpago que en la noche
a mi niño asustó
por irme de la guía
quiero tu perdón.

Línea de bailarines
de brazos al sol
se mueven como las ramas
flexibles al viento
pisan descalzo al este

domingo, 28 de agosto de 2011

Hugo Díaz

Víctor Hugo Díaz.



La magia irrepetible
Músico, compositor, intérprete de la armónica y cultor de la música de raíz folklórica argentina y americana, del tango, la bossa nova y del jazz.
Nació en esta ciudad de Santiago del Estero, el 10 de agosto de 1927, en el seno de una humilde familia y es de suponer que su infancia debe haber transcurrido dentro de los límites de la placidez provinciana, repartiendo sus horas entre la escuela, las andanzas por el barrio y las travesuras propias de su edad.
No hay datos que indiquen, aunque sea vagamente que haya recibido instrucción musical alguna, tampoco se registran antecedentes familiares que permitan suponer que en sus genes dormían los duendes que luego le llevaron a ser el genio musical que fue.
Solo se sabe -porque él mismo lo contaba- que cuando tenía cinco años de edad, viendo un partido de fútbol, recibió un violento pelotazo en la cara y perdió el sentido de la vista. Tuvo que estar varios meses internado hasta alcanzar la recuperación, y durante ese tiempo su única distracción era sentir el sonido de una armónica que alguien tocaba afuera, en la calle.
Hugo confesaba que ese dulce y raro sonido lo sedujo para siempre, y que cuando llegó la fiesta de los Reyes Magos no titubeó en pedir que le trajeran una armónica.
Es muy probable entonces que aquel accidente haya sido el punto de partida de su maravillosa vocación musical, porque apenas cuatro años más tarde debutaba en la vieja emisora lV11, Radio del Norte; en 1940 ya integraba una banda musical que se presentó en el teatro Rivera Indarte de Córdoba y pocos años más tarde ingresaba en una banda de jazz como contrabajista.
En 1946, por especial gestión de su amigo, el músico paraguayo Félix Pérez Cardozo, debutó en la peña “Achalay Huasi” de Buenos Aires; de allí en adelante y por espacio de casi tres años estuvo tratando de ganarse un lugar en el duro y trajinado ambiente de la noche porteña.
Hasta que en 1949 logró formar su propio conjunto, integrado por su esposa Victoria Cura como cantante, su cuñado, el percusionista Domingo Cura y los guitarristas José Jerez, Julio Carrizo y Nelson Murúa, presentándose como “Hugo Díaz y sus Changos” en radio Belgrano.
En 1953, cuando conoció en Bélgica a sus pares Tim Thieleman y Larry Adler, ya era considerado uno de los mejores intérpretes de armónica del mundo.
Más tarde viajó a los Estados Unidos, donde tuvo ocasión de tocar junto a Louis Amstrong y Oscar Peterson, los dos más grandes intérpretes del jazz.
A partir de su presentación en Leverkusen, Alemania, contó con el apoyo de la casa Hohner, fabricante de las armónicas que utilizaba en grabaciones y presentaciones en público.
De sus innumerables giras deben destacarse sus actuaciones en La Scala de Milán junto a los cantantes líricos Tenata Tibaldi y Mario del Mónaco; sus presentaciones en Medio Oriente y Japón y sus grabaciones en España con la orquesta de Waldo de los Ríos.
Una de las más recordadas formaciones de su conjunto reunía a Domingo Cura en percusión, Mario Tito en vibrafón, Kelo Palacios en guitarra, Eduardo Lagos y Osvaldo Berlingieri en piano, Oscar Alem en bajo y Eduardo Ávila en quena.
Víctor Hugo -tal el nombre recibido en la pila bautismal- fue un músico asombroso, dotdo de una sensibilidad y un talento excepcionales, con una capacidad de improvisación que dejaba perplejos a los maestros más notables y exigentes.
Tenía, además, la rara habilidad de incorporar efectos especiales en la ejecución, como el producido por la respiración a través del instrumento, que aumentaba sus posibilidades expresivas.
Pero si grande fue como artista y músico, nada menos lo fue como persona. Noctámbulo empedernido, bohemio incurable, vivió la vida acelerando al máximo y tomando de ella todo lo mejor que podía. Sus noches fueron siempre largas, pródigas en fervores y en emociones y le permitieron con holgura manifestar su don de la amistad y su capacidad para ejercer sin titubeos la gauchada que reconforta y ayuda a sobrevivir.
Lo hermoso es que, pese a tanta vida trajinada en escaños y mesas de copas amigas, tuvo tiempo para escoger lo mejor de sí hacer con ello el regalo inmortal de su arte.
Ganó buenos dineros que se fueron a raudales. No tuvo la prolija previsión que requiere la riqueza, o al menos futuro vivir sin sobresaltos.
Numerosas anécdotas jalonan su existencia. En 1960 se encontró en Buenos Aires con Alberto Cortez y le propuso integrarse a su grupo como cantante, para viajar a Europa con un tentador contrato de seis meses.
El 2 de julio de ese mismo año partieron del puerto de Buenos Aires a bordo del Provence, con destino a Génova. Una vez arribado, el grupo viajó en tren hasta Amberes (Bélgica), para debutar en el espectáculo “Argentine International Ballet and Show”.
Fue un fracaso, por lo que decidieron viajar a Colonia (Alemania), donde las cosas fueron de mal en peor. Hasta que llegó el día en que los empresarios norteamericanos que habían organizado la gira desaparecieron y dejaron al grupo abandonado a su suerte.
Cundió la desesperación, pero Hugo resolvió el gran problema prácticamente de inmediato, vendiendo o empeñando todas las joyas de su esposa.
Cuando regresaron a Buenos Aires, la pieza “Sucu-Sucu” -que Alberto Cortez había grabado meses antes de viajar- estaba en el número uno en ventas, lo que significaba un jugoso ingreso para el cantante.
Cortez le propuso a Hugo darle parte de ese dinero para intentar el rescate de las joyas de su esposa, pero el maestro se negó rotundamente a aceptar la propuesta.
José Colángelo, el gran pianista argentino cuenta: “Me habían encomendado ser el pianista director musical de Hugo Díaz para grabar un long play con doce tangos de Gardel. Nunca imaginé lo feliz que me iba a sentir. Hugo era un genio. Me pedía que pasara al piano la melodía del tango por grabar y allí comenzaba la magia. Hugo no sabía nada de música, él era la música. Entonces comprendí que todo era contagio. Nos mirábamos, nos entendíamos y se producía el milagro”.
Lamentablemente, hay que decirlo, en todos estos años no han surgido ejecutantes de armónica que pudieran llegar a emularle. Seguramente hubo y hay buenos armonicistas, pero ninguno  arranca con esa fuerza de rueda elemental, con ese endiablado ritmo de ala quebrada, con ese fragmento de caverna que se desprende de su quemada y grande boca.
Hugo tenía el temblor tocado por la pena, la magia del hombre dispuesto a esperar los finales en cada madrugada.
Una vez ya lanzado en la marea de la melodía, mordida por el clima del mensaje, aguijoneado por guitarras, bombos y pianos que no le daban tregua, parecía impulsado por el vértigo de los suicidas, por la locura de un apasionado que no se reconoce en nadie.
Era como el pintor que deforma la figura humana luego de haber demostrado que conocía todos los secretos de la composición tradicional.
Hubiera sido justo que la fama le llegara mucho antes de su muerte, cuando su arte era irrefutable. Pero ocurre que nosotros, los argentinos, somos así, no concedemos porque sí nomás la palma a los vencedores, antes tiene que venir la muerte y su guadaña para ubicar definitivamente al hombre en el tiempo de la gloria, y a veces hasta exigimos una revisión histórica.
Los reconocimientos post-mortem nos seducen por su emoción. Somos así de complejos y torturados.
Si en el día de mi muerte me fuera concedido el don de escuchar música, seguramente elegiría la de Hugo Díaz. ¿Por qué? Porque su armónica me acompaña desde niño y en ella están los mejores recuerdos, los fulgores y los sueños del amor, todo eso que uno debe volver a sentir cuando está por partir de esta dura, terrible y bella vida.
De una nota de José Félix Luna, en El punto y la coma

miércoles, 24 de agosto de 2011

Carlos Carabajal

Carlos Carabajal.
La música, la familia, la tierra

El 24 de agosto del 2006, a las 9 menos veinte de la noche, Carlos Carabajal iniciaba su gira por la vida eterna. Su voz pausada, el rasguido de la guitarra y sus pasos lentos quedaron para siempre en el corazón de quienes lo amaron, idolatraron y reconocieron su legado. Se fue con 76 años si pedir más que “tener un campo en el cielo y sembrando estrellas vivir”.
Había nacido el 12 de setiembre de 1929 en La Banda, fue el quinto de 12 hermanos varones, hijo de María Luisa Paz y Francisco Rosario Carabajal.
Durante 55 años compartió su vida con Zita Correa y de este matrimonio nacieron 4 hijos, Graciela, Carlos al que llaman “Peteco”, Enriqueta y Raúl a quien le dicen “Demi”.
También crecieron a su lado Roxana y Valeria, dos de sus nietas, quienes simplemente le llamaban “papi”, y vio nacer a sus 17 nietos y 3 bisnietos.
Las primeras notas de su guitarra las aprendió de su hermano Héctor, y desde chico sintió un gran amor por la música folklórica. Sus primeras grabaciones en disco fueron acompañando a los hermanos Simón, El Chañarcito, los hermanos Ríos, los hermanos Toledo, Hugo Díaz.
Hasta 1965 integró Los Manseros Santiagueños, en 1967 armó junto a sus hermanos el conjunto Los Carabajal y allí permaneció hasta 1971, cuando comienza su carrera como solista realizando giras internacionales por Bolivia, España y Brasil.
Junto a su entrañable amigo Carlos Saavedra formó un dúo. Él fue quien lo denominó Padre de la Chacarera, mote que no le gustaba. En cada presentación expresaba que tenían la orden del altísimo de “no morir”.
Escribió más de 100 canciones que fueron interpretadas por la mayoría de los folkloristas del país con letras que serán guardadas en el corazón de cada uno de los amantes de la música tradicional argentina.

Sus palabras
”En Santiago, los músicos tenían fama de borrachos por ello mi papá, cada vez que se iba a trabajar, desafinaba las cuerdas de la guitarra para que yo no pudiera tocarla. Y yo, como no sabía afinarla, encontré el sonido naturalmente. Descubrí que el sonido del tren, el Central Argentino que iba a Tucumán, estaba en mí. A partir de esa nota y de ese sonido empecé a afinar la guitarra”.
”Me sentaba y tenía tiempo de sobra para pensar. Así me salían las canciones. Venía recorriendo los barrios y yo pensaba solo en Santiago del Estero. Toda la nostalgia la traducía en canciones”.
”Me sorprendo cuando golpean la puerta de la casa y al salir a atender la gente me dice que viajó muchos kilómetros sólo para conocerme. Yo le digo pasen, tomando mate han de ir”.
”Tuve muchas oportunidades de ir a tocar a otros países y de quedarme a vivir en grandes ciudades pero siempre quise volver a La Banda. Cuando mi mama vivía, iba todas las tardes a verla y eso me llenaba el alma y los bolsillos de satisfacción”.

Y mis sueños

Si me pides que te olvide así,
no podré, no podré,
un adiós nunca mata un cariño
no mata una pena,
no mata un querer.Si tu vida es todo mi existir
para mí, para mí,
yo no puedo
dejar que destrocen
dos almas que lejos no pueden vivir.
Y mis sueños, pobre de mis sueños,
cuando yo despierte con la realidad
yo quisiera dormirme por siempre
contigo en mis sueños
volverme a encontrar.
Qué tristeza es no encontrarte más.
Ay, mi bien, sufriré,
y las cosas que juntos soñamos
solito y muy triste las recordaré.
Sólo espero que comprendas tú este amor que hay en mí
porque el tiempo que paso sin verte
estás en mi mente como un sueño azul.

viernes, 19 de agosto de 2011

Mullieris


El grupo Mullieris.

La música, el coro, la alegría

Mullieris (que en latín quiere decir "de mujeres") es un grupo nacido en Santiago del Estero hace 4 años y medio. Está integrado por mujeres santiagueñas: Carolina Haick, Marta Nazar, Victoria Ojeda y Leyla Haick.
El amplio y variado repertorio de Mullieris decorado con sones, cumbias, guarachas, salsas, tango, rock nacional y mucha chacarera, permite conocer y disfrutar de Latinoamérica con el acento único e inconfundible de Santiago del Estero. Esta cualidad de hacer propio lo que cantan, les valió el  reconocimiento del cantautor Leo Dan, que, encantado por la versión de Mullieris de la canción Santiago Querido, escribió la chacarera La alegría de mi Pueblo especialmente para que la canten ellas.
Se presentaron en diversos escenarios del país como el festival de la Chacarera, de la Salamanca, Casa de la Cultura de Salta, auditorio de Radio Nacional en Córdoba, Ciudad de las Artes (Córdoba), centro cultural Virla (Tucumán) Peña de los Copla (Santiago, Cosquín y Córdoba), teatro IFT (Buenos Aires), La Trastienda junto a Coplanacu, centro cultural de Moreno(Buenos Aires), festival Selva Portal del norte, entre otros.
Participaron del programa televisivo de la productora Ideas del Sur, que se emite por Canal 13, "El casting de la Tele", ganando todas las instancias del certamen del 2008.
Su primer disco, Música de Mujeres fue presentado en noviembre del 2008 en el teatro 25 de Mayo de Santiago a sala llena. En el 2009, también en el teatro 25 de Mayo estrenaron un nuevo show, Son de Santiago con el cual buscaron encontrarse con las profundas raíces de la música santiagueña para de allí abordar un vasto repertorio de ritmos latinoamericanos.
Tomado de su página en internet.