sábado, 23 de julio de 2011

Juan José Ramón Laprovitta Benedi

Juan José Laprovitta.
La política, la medicina, la docencia

Nació en Esquina, Corrientes, el 14 de abril de 1939. Cursó estudios secundarios con los sacerdotes del Verbo Divino. Es médico cirujano egresado en 1966, especializado en traumatología  y ortopedia, en la Universidad Nacional de Córdoba. Fue integrante del equipo de traumatología y ortopedia de Adolfo Fernández Vocos, en el hospital “Córdoba” de Córdoba. También fue médico director del Centro de enfermedades osteoarticulares de Santiago, entre 1978 y 1995. En 1972 se especializó en acupuntura con Floreal Carballo, en Buenos Aires.
Fue director del instituto del lisiado en 1984, profesor de teología III en la Universidad Católica de Santiago entre 1983 y 1985, asesor en salud y gobierno del Poder Ejecutivo entre el 85 y el 87, ministro de salud de la provincia en 1988, subsecretario de Gobierno entre el 94 y el 95, diputado provincial, vicepresidente segundo de la cámara de  Diputados, subsecretario y secretario de culto dependiente de la Presidencia de la Nación.
Cumplió numerosas actividades en el apostolado de laicos y es autor de los libros Lucha y testimonio, El Rosario, Ensayo sobre la depresión y la fe.



Patria anhelada

Cada día que amanece está lleno de la ternura divina. Cada día es una historia que sigue su curso en esta Patria amada con sus luces y sombras. Y la amamos por lo que es en esencia: la piedra de nuestros padres que nos transmitieron de generación en generación  sus valores, sus virtudes, sus ejemplos, sus  vidas….en el anhelo de pertenecer  para siempre a la ternura divina y al Amor de sus hijos. Y el eco de ese anhelo son las voces que mantienen nuestras vidas alertas y urgentes y nos convocan a defender como herederos y fieles hijos el tesoro recibido, cuando lo sabemos expoliado, excluido, despreciado, rechazado por acciones extrañas a nuestro Ser y nos hacen huérfanos de la dignidad de ser libres, para cumplir la misión sagrada de la unión nacional en el Amor y en la Justicia hacia la grandeza de la Patria, nuestro tesoro heredado. Si negamos la belleza de la Patria y la crisis terminal que la lastima, es porque nos envanecimos en nuestros razonamientos por ideologías ajenas al alma nacional que oscurecen nuestros corazones,  y diciendo ser sabios y capaces nos tornamos necios y soberbios, porque negamos la realidad, la única que marca objetivamente la verdad de los hechos . Y negando el talento de la memoria histórica  de nuestra patria, aplanamos al Ser Argentino desnaturalizando y trastocando sus orígenes, sus raíces, su alma y su destino de Unidad y Grandeza.
Si realizamos el examen de conciencia nacional republicano, necesariamente debemos concluir que todos por acción u omisión, en mayor y menor medida  somos responsables directa o indirectamente de la realidad que hoy padecemos. Sin  embargo, la nobleza y grandeza de San Martín y Belgrano; la defensa de la Patria y el respeto por el ciudadano argentino de Irigoyen; la humildad y entereza de Illía; el Trabajo, la Justicia Social y la Soberanía Nacional y la visión genial de Perón, ¿ de qué sirvieron?. No fuimos capaces de cultivar, madurar y plasmar sus testimonios en un verdadero Modelo Argentino, en políticas de estado estables y respetadas, que respondan al anhelo de todos los argentinos y no al de parcialidades. Y la formidable empresa de edificar una gran Nación se ha paralizado en una absurda intolerancia que nos lleva a una definitiva frustración.
Debemos, por lo tanto, como fieles hijos de la Patria, crear la conciencia y la fuerza política entre todos, sin exclusión, para salvar, sustentar,  preservar y depurar nuestra Nación, en función de verdaderos estadistas con ética, para concretar el Modelo Argentino con políticas de estado permanentes basadas en el Amor, la Libertad, la Unidad, la Justicia y la Grandeza de la Patria, hacia una integración continental y universal.
Siendo el Amor nuestra naturaleza más profunda y cuando amamos y nos permitimos ser amados, comenzamos a habitar cada vez más el reino de la armonía y de la comprensión. La armonía y la comprensión tienen un valor inigualable. Allí donde hay armonía y nos comprenden está nuestra casa, allí debe estar nuestra anhelada Patria Argentina.
Levantémosnos con la fuerza del cielo y de la Luz, con la profundidad del mar, con  la firmeza de la roca y la armonía y la comprensión del Amor, para despertar a un amanecer pleno de esperanza hacia la anhelada Patria Argentina.

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