lunes, 8 de agosto de 2011

Luis Alén Lascano


Luis Alén Lascano.

Luis Alén Lascano, nacido el 10 de octubre de 1930, falleció el 25 de setiembre del 2010. Homenaje a uno de los historiadores más reconocidos de Santiago.

“El santiagueño siente el latido de la tierra”. Para Luis Alén Lascano el hombre y la mujer nacidos en esta provincia se conectan con sus raíces y se embriagan en la nostalgia ante una palabra en quichua o una chacarera. La riqueza cultural aparece en cada esquina, en cada encuentro, en el recrear una de las tantas leyendas que enriquecen el misterio de un pasado que se vuelve presente.
El historiador y escritor es una de las personalidades más reconocidas cuando se trata de hablar de la cultura y la historia de Santiago del Estero. “Los problemas actuales no han logrado hacer perder esa fe, ese entusiasmo, esa vivencia que tiene el santiagueño siempre, que la mantiene y la expresa a través de su folklore, su música, sus deseos de no perder la santiagueñidad, de todo lo que hace, en fin, su presencia en el resto del país”, señala.
–¿Qué papel juegan los mitos y leyendas en la cultura santiagueña?
–Hay muchos. Está el mito del Crespín, del Kakuy, de la Salamanca, son muy abundantes. En Santiago se dan como sobrevivencia de los temas indígenas y los mantienen siempre vivos la tradición y la literatura. Uno de los que más impacta es el de la Salamanca, que es la ciencia que se transmite a los hombres cuando venden su alma al diablo y que se enseña en cuevas ocultas que están bajo tierra, según la leyenda.
–¿Cómo se hace presente hoy la cultura indígena?
–Se observa mucho en el cultivo de la tierra, en la vida sedentaria hasta esperar las cosechas. Es una costumbre que se va dando en todos los grupos aborígenes que pueblan la mesopotamia, es decir la parte interior entre el río Dulce y el río Salado, que es la zona de los grandes cultivos agrícolas y la zona donde las primeras tribus trabajan la tierra. Y además hay que ver también los ritos y la supervivencia del idioma quichua. Es un quichua santiagueño, que está todavía vigente en la provincia y en el habla popular.
–¿Y la música de Santiago?
–Es otra de las grandes expresiones de esta provincia. Desde los primeros años de la fundación la música es una de las maneras de expresarse del santiagueño. Primero en las coplas anónimas de ese folklore popular que no tiene autor porque el pueblo va repitiendo y consagrando en el tiempo, y después se va a encontrar en la época de la organización nacional en todos los cultores que a partir de dos grandes figuras, Andrés Chazarreta y Manuel Gómez Carrillo, van a darle impulso a la difusión de la música folklórica en todo el país.
–¿Le canta a algo en particular el santiagueño?
–El santiagueño en la música expresa siempre su sentimiento y su nostalgia, porque es un ser nostalgioso, esté donde esté, de la vivencia de su provincia y del recuerdo de su tierra. Éstos son elementos que están en todas las expresiones musicales.
–¿Algún instrumento musical caracteriza a la provincia?
–La guitarra, el acordeón, el violín y el arpa tuvieron muchos seguidores, pero por dificultad de su traslado el arpa cedió al bandoneón su lugar en las orquestas, pero la guitarra y el violín son siempre inseparables, eso está presente en la música santiagueña.

Entre la gran cantidad de libros que ha escrito, Alén Lascano recreó en una biografía la vida y obra de Homero Manzi. El gran autor de tangos nació en Santiago del Estero y, según el historiador, la cultura que trajo de su tierra natal influyó y enriqueció sus creaciones en Buenos Aires. “Manzi –explica– trae de Añatuya, que es su lugar de nacimiento, una expresión popular que la refleja en muchas composiciones en Buenos Aires donde se afinca en 1917. Esto se ve en la expresión del grupo intelectual de Boedo, al que adhiere, que aúna lo tanguístico con lo popular”.
–De la poesía, ¿rescata algún tema en particular?
–La poesía encuentra varios cultores, como Bernardo Canal Feijóo, siempre girando a temas como el mito de la santiagueñidad, la rareza del nombre, la melodía del nombre santiagueño, esto caracteriza a la poesía popular.

La vida cultural en Santiago del Estero rescata en el presente la riqueza de tiempos en que comenzaron las primeras colonizaciones quinientos años atrás. La mixtura entre lo que traía el hombre europeo con las tradiciones de los pueblos indígenas dio vida en esta provincia a un tesoro que se diseminó por todo el territorio. El historiador recuerda que cuando Santiago del Estero se funda definitivamente en 1553, “arranca la vida política, la vida institucional, la vida religiosa con el primer obispado, la vida cultural con el Seminario de Artes y Ciencias Morales, vale decir que con la primacía de Santiago se marca el rumbo de lo que serían las instituciones que se fundan y existen en el país, y que continúan hasta hoy. Por eso Santiago tiene una importancia trascendental, porque fue la primera y porque de allí partieron las grandes corrientes culturales, políticas y sociales”.
La riqueza de esta provincia, cuenta el historiador, está en la marca que han dejado también las primeras bibliotecas que tuvo el país. Alén Lascano recuerda que el primer ejemplar del Quijote aparece en Santiago en 1670 en una biblioteca particular. Para este hombre que ama cada rincón de su tierra, Santiago del Estero no tiene “riquezas metalíferas o cerealeras como otras partes del país, pero sí posee una gran riqueza espiritual que la va a encontrar en la ciudad, en el campo, a cada paso. Está presente siempre”.

Camino a la autonomía
Al referirse al Bicentenario, Alén Lascano recuerda que la provincia de Santiago del Estero fue una participante destacada en el camino a la independencia que se inició el 25 de mayo de 1810. “En Santiago se recibió la noticia de la renuncia del virrey Cisneros el 10 de junio. Los revolucionarios buscaron la adhesión de la provincia con el apoyo del caudillo Juan Francisco Borges quien, sin dudarlo, adhirió a la campaña del Alto Perú”, cuenta el investigador. Explica que de esa manera Santiago del Estero se convirtió en la “garganta de entrada hacia el norte del país y el Alto Perú. Las fuerzas santiagueñas conformadas por 317 hombres fueron las primeras en incorporarse al Ejército Nacional”. Tras años de luchas, en 1820, Santiago del Estero proclamó su autonomía.
De una nota firmada por Sergio Limiroski, aparecida en la revista “Cosas nuestras”.

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