Francisco René Santucho, segunda generación en la librería. |
Reflexión en torno a una clave cultural.
Me propongo analizar un período de la historia cultural de Santiago del Estero: el grupo y la revista Dimensión (1956-1962)1. Y lo compararé en algunos puntos con un movimiento cultural anterior, La Brasa (1927-1946). Los dos son conocidos, pero aún no mirados desde el punto de vista que planteo: sucesivos, complementarios, contrapuestos, paralelos.
No sabemos quién propuso la palabra “Dimensión”, pero está bastante claro quién fue la persona que la empuñó y construyó con ella una etapa singular y aún casi desconocida de la cultura santiagueña del siglo XX.Fue Francisco René Santucho, un orientador de ideas, un estudioso reflexivo de obra poco conocida, mucha inédita la publicada necesitada de re-edición. Activo trabajador social que vendía libros y organizaba actos culturales. A mediados de los años 50, desempeñaba un papel semejante al que había ocupado Canal Feijóo unos años antes.
El Negro y sus hermanos, más otros “amigos del grupo Dimensión”, delinearon un complejo espacio social, con otras bases conceptuales y otras lecturas. Pertenecían a otra generación, pero además, su origen era muy distinto al de los hombres de La Brasa.
Leemos esas diferencias en los apellidos de estos dos intelectuales. La raíz hispano-portuguesa de Canal Feijóo lo sitúa en las capas superiores de la sociedad. Los dos apellidos potencian esa sensación. En cambio, Santucho es un apellido registrado en los censos de pueblos de indios, a fines del siglo XVIII (cfr. Togo, J. y Mussi, J.: “Los apellidos indios leídos en una base de datos”).
Los Santucho
La familia proviene de Gramilla, departamento Jiménez. Harto significativo este nombre también, pues la gramilla es nombre popular de la hierba o pasto, y así como en “Leaves of grass” Walt Whitman la elige como símbolo del hombre común, los Santucho lo expresan por carnadura genealógica y toponímica. Fueron protagonistas de una etapa de la vida cultural y política, que tuvo logros sostenidos de ascenso social, de estudio y de lucha social comprometida y heroica, que nuestra historiografía recién está comenzando a recuperar.
El ciclo familiar debe ser puesto en el perfil de una generación, y esta en la primera mitad del siglo. Su padre fue quien hizo el tránsito del campo a la ciudad. Era procurador. Conocía la ley y los modos de trato de los abogados, que por entonces manejaban la provincia, con la ocasional presencia de un médico.
Puestos en paralelo, La Brasa y Dimensión parecen latir al mismo ritmo organizativo: conferencias y cursos. Pero es visible el cambio de época entre una y otra. En los 30 La Brasa invitó a Waldo Frank, Herman Keyserling, visitantes de la América hispana, conferencistas, charlistas según algunos, teóricos de “lo indígena”.
Entre 1955 y 1962 Dimensión convocó a Miguel Ángel Asturias, Sergio Bagú, Rodolfo Kusch. Sin contar a Ernesto Guevara de la Serna, que hacia 1962 expuso su estrategia en los fondos de una casa de comercio de la calle Buenos Aires. Me cuentan que tenía el pelo teñido de rojo, estaba afeitado, y se llamaba Ramón.
En esos años se produjeron revoluciones socialistas en Bolivia y Cuba. En paralelo con la descolonización de Argel, las revoluciones con las que se había iniciado el siglo –la mexicana y la rusa- rebrotaban en América Latina. Escuchando y leyendo sobre ellas se formó Santucho, leyendo también al inspirado Mariátegui y a Arnold Toynbee.
La librería Dimensión
Y también vendiendo libros. De acuerdo a la vieja tradición de fundar una casa de estudios en torno a una biblioteca, que así nacieron las universidades europeas y El Colegio de México. La que yo recuerdo estaba ubicada en el pasaje Tabycast, referencia a los apellidos Taboada y Castiglione, símbolo de la fusión entre la “anécdota Taboada” y la “tercera anécdota”, según las llamó Canal Feijóo.
Durante los años militarizados que nos tocó vivir en los 70, la librería era un espacio de refugio. En las mesas de la ventosa galería conocí a Gaspar Villarreal, a Coco Miguel, a Luis María Álvarez, a Fina Moreno Saravia. Saludé a tantas personas. Una clienta de Dimensión se convirtió en personaje de un relato. El arquitecto de la calle Independencia, de sardónico humor y bellas esposas, francesa una, criolla otra.Allí compré y vendí innumerables libros, sobre todo Secreto Sol (1979) y Acuerdo de Partes (1981), con mis amigos Hugo Pinter y Carlos Zurita. Gilda Roldán, querida amiga librera, es el símbolo de esta continuidad familiar, que fundó el Negro y siguen sus hijos. Símbolo de una Argentina desgarrada por la violencia.
Pero iba a otra cosa. Quería destacar el viraje en el punto de lectura de la misma realidad que se produce entre la Brasa y Dimensión. Santucho se ocupó de los mismos temas que había puesto la Brasa como centrales (el indio, el quichua, la acequia, etc.) pero los lee de una manera absolutamente distinta.Y la razón es muy clara, él era indio, no sólo por origen sino también por decisión. Observemos el nombre de su principal obra institucional, el Frente Revolucionario Indoamericano Popular, conformado en conjunto con su hermano Mario Roberto2.
La clave de lectura de Santucho no está en el folklore, ni la arqueología, sino en clave reflexiva de estudios culturales, pensados a su vez en clave de revolución social, es decir política, en su sentido liso y llano de un hacer social orientado a fines prácticos.
Es en este cruce de épocas y de tiempos culturales que se ubica Dimensión. Entre la apresurada revolución continental, y el tiempo lento del obraje. La revista y el grupo se inscriben en lo que llamo la jornada épica de los maestros, surgida de la ampliación de la educación y la ampliación de aspiraciones que alentaron la inmigración y el radicalismo.Esa generación, que integran Irurzun, Gil Rojas, Gómez, Gallardo y Bravo, entre muchos otros, estaba inspirada de criticidad. Fue la difusora del sentido de la igualdad, que podía combinar en esos años al socialismo y al radicalismo, pero era principalmente librepensadora. Era un estrato social de formación técnica, ilustrados. Eran profesionales del arte de enseñar, y la palabra maestro significaba algo distinto que hoy, y esa diferencia expresa una medida del retroceso social que debemos superar.Con algo de prisa concluyo, delineando un posible campo de análisis.Dimensión. Una palabra que habla de tamaño. Espacio. Coordenadas.
Una palabra que reclama su lectura.
1 Muchas fuentes para este pequeño e incompleto texto. Conversaciones con Orlando Zacarías Medina, anteayer. La revista Acilbúper número 4. El libro “Nosotros los Santucho”, de Blanca Rina Santucho. El artículo de Víctor Cáceres sobre Dimensión, expuesto en el Encuentro de Jóvenes Investigadores, 2002, en la Biblioteca Sarmiento. Entre otras.
2 No dejamos aquí de señalar el papel de las alianzas entre hermanos en la historia santiagueña: los Taboada, los Wagner, los Santucho. Pero hay algo más: la familia. No la tenían los Wagner pero sí los otros personajes citados. En escala local y de provincia, ésta es una dimensión central, necesitada de atención, que por suerte ya la está recibiendo.
De una nota de Alberto Tasso, en Papeles de Maco.
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