viernes, 9 de septiembre de 2011

Juan Rafael

Juan Rafael

El estudio de la realidad, los dramas de Santiago, el hombre

Quienes conocieron a Juan Rafael debieron percibir, de inmediato, que se trataba de una inteligencia adusta, pero estrechamente relacionada con los problemas que padecía su sociedad.
Podía vérselo andar de a pie por las calles de Santiago, impecablemente vestido y con el portafolio en mano. Hombre de escasas palabras y profusas acciones; sólo se trataba de saber dar más que una ojeada para descubrir sus tantas inquietudes. Nunca perdió fuerzas, ni vio aquietar su espíritu ante las vicisitudes que le tocó atravesar, por el contrario, siempre se manifestó como un cabal modelo social.  
Santiagueño de pura cepa, dedicó gran parte de su vida a investigar la identidad del hombre de nuestra provincia, producto de lo cual nace su último libro “Raíces sin tierra. Por un mejor federalismo”, donde despliega con sólidos fundamentos las causas y modismos de nuestra identidad regional. El desarraigo, tratado con respeto y con la altura con que solía abordar tanto su escritura, como sus conversaciones diarias. “El autor, expresa la contratapa de este libro, no se detiene en el examen de las causas, avanza en su estudio al proponer una solución…” He aquí lo más valioso del trabajo de Rafael, el hecho de no ser meramente descriptivo, sino el de exponer medidas que condujesen al levantamiento de un ego decaído por las continencias del pasado.
En anteriores publicaciones emprendió el estudio de las características de toda la región del norte argentino, siempre con el mismo tenor, es decir, sugiriendo y exhortando hacia la solución.
Para Juan Rafael, el más importante infortunio sufrido por las provincias del norte reside en la falta de posesión de la tierra, en la imposesión de sus ríos e incluso, de su población. Cierta vez comentó, no sin angustia en su voz: “¡A cuántos santiagueños hemos dejado partir!”
La obra de Juan Rafael no termina aquí, hay mucho de él que debemos rescatar y en ese rescate, le ofrecemos la inmortalidad que bien conquistó con sus ideas. Sí, idealista nato, enlodado con una realidad que golpea, no quiso jamás poner término a sus paradigmas. Muchos de éstos rozando hasta lo inasible como consecuencia de luchas quijotescas y de conceptos tenaces.
La historia fue una de sus gran-des pasiones, la que sumada al amor por su pueblo, le incitó a adentrarse en “la nostalgia de imposibles viajes por los dominios del tiempo”, como diría Marcel Proust. Esto es Rafael, basándose en sus investigaciones, logró imaginar extensas conversaciones con dos referentes intelectuales de Santiago, dos hombres que marcaron hito en nuestro devenir: Bernardo Canal Feijóo y Orestes Di Lullo. De ahí, sus libros: “Conversando con  Bernardo Canal Feijóo” y “Conversando con  Oreste Di Lullo”. En ellos, el lector tiene a su alcance considerable información para comprender de un vistazo los ideales que sustentaron sus protagonistas, al tiem-po que, datos precisos que permiten, con facilidad, el conocimiento de una cierta línea de tiempo.
Como parte del problema social del norte, Rafael también puso énfasis en un flagelo sanitario: el llamado “Mal de Chagas”. Al respeto, su novela “Asesino silencioso” saca al ruedo la complicación que trae aparejada para la salud de la población, y también allí, ofrece alternativas de solución. “Por tratarse de una enfermedad que parece afectar a los pobres”, dice.
De una nota sin firma en Nuevo Diario.

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