Grissel Argentina Herrera
Juan Manuel Aragón
Los jóvenes son reticentes a hablarlo porque “siempre fue
motivo de burla”, “queda mal”, “es una lengua incompleta” o “nos abocamos al
castellano”.
Por qué los viejos hablantes del quichua no lo enseñan a los
hijos es la pregunta que motivó a este informe, un intento de aproximación a
una respuesta desde los mismos quichuistas, para saber por qué se va perdiendo
esta lengua y qué posibles influencias pueden haber tenido los medios de
comunicación masivos. Los entrevistados dijeron que a sus hijos no les gusta
este idioma: “nos abocamos al castellano”, en el que “todos nos entendemos”.
Sostuvieron que “queda mal” o que “los jóvenes son reticentes para hablarlo”,
porque “siempre ha sido motivo de burla”. Y también lo definieron como “un
dialecto, una lengua incompleta”.
La realidad es que se está perdiendo el quichua, que en
algún tiempo fue la lengua materna de muchos santiagueños en el campo y en las
ciudades. La mayoría de quienes lo han estudiado apuntan a la escuela como la
principal responsable de su desaparición. Hoy ya se sabe que no es útil ni
conveniente despojar a los niños de su lengua materna, sin embargo en los
últimos tiempos hubo como una aceleración de su desvanecimiento en casi todo
Santiago. Durante muchos años no hubo una gramática al alcance popular,
situación que fue solucionada al aparecer el “Diccionario quichua santiagueño”,
de Domingo Bravo, que ideó una nueva ortografía, adecuada a los tiempos
modernos. Con esto se rompió la barrera de un idioma ágrafo, es decir que
quienes lo hablaban, tuvieron acceso a su forma escrita. Y la vergüenza que
muchos sentían al hablarlo también se rompió con la aparición en los escenarios
de Sixto Palavecino y el programa radial “Alero quichua santiagueño”, con el
cual dejó de ser una lengua estigmatizante.
“Isla filológica”
El poeta e investigador suncheño, Alfonso Nassif, desde sus
conocimientos del idioma, ya que lo habla desde niño como muchos en la
provincia, elabora una teoría distinta e inédita hasta ahora, sobre el origen y
difusión de este idioma en Santiago. Esta nueva idea podría dar una pista
también sobre las raíces de su actual estado.
Ricardo Rojas enunció una verdad que tenía valor en su
época: “Lo que hace de Santiago una isla filológica, marcándola con fuerte
individualidad, es la desaparición del quichua en las provincias limítrofes y
su conservación en la mesopotamia que limitan el Salado y el Dulce”. Al tiempo
en que era enunciada, principios del siglo XX, esta aseveración ya venía dejando de tener vigencia. Si hubo políticas
oficiales en el ámbito escolar, interesadas en terminar con el bilingüismo de
muchos pueblos de Santiago, la tendencia se revirtió en los últimos veinte o
treinta años, con la prédica de algunos especialistas y artistas que
revitalizaron y revaloraron esta lengua. Sin embargo, desde hace unos años se
aceleraron los tiempos rumbo a la firma de su acta de defunción.
Se debe recordar, sólo como un argumento menor para su
estudio y difusión, que este idioma nombra la mayoría de los topónimos de casi
toda la Argentina que alguna vez fue colonial. Por lo que su conocimiento sería
fundamental para saber sobre qué bases están parados los argentinos.
Felisa Ruiz y Mariano Herrera |
“Ya no quedan como antes”
Felisa Ruiz, de 76 años,
vive en las afueras de la ciudad de Loreto, en el Kilómetro 100, del
camino que va a Laprida. En la entrevista aclara que aunque nació en Atamisqui
al documento se lo sacaron en Sauce
Solo.
“Mi mama se llamaba Viviana Villalba. Toda la familia
hablaba castilla y quichua. Yo entiendo todo y hablo los dos”, dice en la
entrevista que se le realizó en su casa.
-¿Usted les enseña a su hijos o nietos?
.No. Ellos hablan castellano. A ellos no les gusta hablar en
quichua.
-¿Aprendió escuchando o le enseñaron?
-Escuchando.
-¿Sabe escribir?
-No yo no sé escribir. A mí no me mandaron a la escuela. Me
mandaron a cuidar la majada, teníamos más de 200 animales.
-¿A qué edad vino a Loreto?
-Hace 35 años que vivimos aquí. Mis padres eran de Sauce
Solo.
-¿Había escuelas?
-Sí, pero no como ahora, antes no sabían exigirlos como
ahora para que vayan a la escuela.
-¿Qué sabe hacer?
-Yo sé hilar, mientras cuidaba las ovejas lo hacía. También
sé torcer, teñir y tejer. Hasta ponchos hacía.
-¿Cómo ve hoy el quichua? ¿Hay mucha gente que lo habla?
-No ya no quedan como antes.
-¿Le gustaría que se enseñe el quichua en la escuela?
-Sí, para que no se pierda.
-¿Le da vergüenza hablar en quichua?
No. ¿Por qué me va a
dar vergüenza, digamé?
En un adelanto exclusivo para este trabajo, Nassif, expone
una teoría tan improbable como las de Manuel Lizondo Borda, Orestes Di Lullo,
Domingo Bravo o Emilio Christensen. En su
anunciada tercera edición de la “Antología de poetas santiagueños”,
todavía inédita, sostiene que “los primeros núcleos (se está refiriendo a los
yanaconas o indios de carga que llegaron a Santiago en la primera entrada, de
Diego de Rojas) temerosos por los castigos de los blancos, ganaron los bosques
y fueron poblando principalmente lo que hoy son los departamentos Atamisqui y Salavina. Fueron Soconcho y Medellín y sus aledaños, lugares
de congregación de varias etnias pertenecientes a nuestra provincia y asimismo
puerta de entrada a los nuevos núcleos
formados por hombres incarios y mujeres nativas y origen del arraigo del
quichua peruano…”.
Es decir que frente a quienes sostenían que el quichua era
autóctono en Santiago o traído por los expedicionarios de Juan Núñez de Prado,
Nassif se inclina por otorgarle la autoría del arraigo de esta lengua en la
provincia, a las huestes de Diego de Rojas. En una entrevista que dio a los
autores de esta nota sostuvo:
-Por supuesto que no tengo pruebas de lo que digo. ¡Pero
Lizondo Borda, Di Lullo, Bravo o Christensen tampoco las tienen!
“El verdadero es el de los bolivianos”
Mariano Herrera de 86 años, oriundo de Sauce Solo, casado
con Felisa Ruiz sostiene que habla el quichua desde niño, “desde pichones,
cuando andábamos a la escuela sabíamos hablar quichua”. Con él aparece un
elemento nuevo para considerar: el hecho de que algunos crean que el quichua
boliviano es el “verdadero”. Este
concepto, aunque referido a los peruanos, será repetido también por otro
entrevistado.
-¿En la escuela le enseñaban?
-No, hablábamos entre nosotros solamente. El maestro que
teníamos sabía hablar pero era muy malo. Nos ponía en penitencia cuando
peleábamos, dos o tres horas en el rayo del sol.
-¿Sus padres hablaban en quichua?
-Sí, más quichua que en castellano. Hay gente que es muy
duro para hablar en castilla.
-¿De chico hablaba los dos idiomas?
-Más que nada quichua.
-¿Usted les enseña a sus hijos?
-No, porque ellos quieren hablar en castellano nada más.
-¿Se va perdiendo el quichua?
=Sí. Más con estos inventos de la televisión, y la radio,
que antes la gente no conocía, se está perdiendo.
-¿Escuchaba en la radio a Sixto Palavecino?
-Sí, lo escuchábamos y le entendía.
-¿Los comerciantes, los médicos y demás sabían quichua para
entender a la gente que venía a hacerse
atender?
-Si, por ejemplo el médico entiende quichua porque hay mucha
gente que viene del campo.
-¿De dónde proviene el quichua?
-No es el quichua verdadero, dicen que el verdadero es de
los bolivianos.
-¿Por acá pasaron los bolivianos?
-Sí muchos, y yo los conocía cuando trabajábamos en los
ingenios de azúcar en Tucumán o en la desflorada. Pero no nos entendíamos,
hablábamos distinto. Dicen que ellos saben hablar el quichua verdadero. Ellos
venían de los cerros a trabajar.
-¿Habla con mucha gente?
-Por aquí cerca hay muy poca gente.
-¿Cuando no quieren que los chicos se enteren de qué hablan,
utilizan el quichua?
-Así es. Siempre fue de esta manera.
-¿Donde hizo el servicio militar?
-En Salta.
-¿Hablaban quichua?
-No, eran cerrados.
-¿Ha salido muchas veces de la provincia?
-Sí, anduve para el norte, sur, para todos lados. Yo hace
más de 40 años que vivo aquí y aquí la conocí a mi esposa.
Víctor Erasmo Bonahora |
“Cuando vamos a usarlo tenemos vergüenza”
Victor Erasmo Bonahora tiene 76 años, es de Punua, en el
departamento Loreto. “Yo me crié en Punua, Plato Paquishcka, departamento
Loreto, mis abuelos eran muy quichuistas. Yo aprendí escuchando” dirá.
-¿De dónde viene el quichua?
-Escuchábamos que esto viene de parte de los bolivianos que
pasaron por acá alguna vez pero no tengo bien en claro cuándo, puede haber sido
hace 100 o 200 años. Quedó aquí, pero es un quichua deformado, no el verdadero.
-¿Usted donde cree que está o surge el quichua verdadero?
-El peruano.
-¿Por aquí pasaron los peruanos?
-Parece que no, pero los bolivianos han tomado esa lengua,
pasaron por acá y nos dejaron esto.
-¿Qué aprendió primero usted?
-Yo me acuerdo que desde los 5 años en adelante que toda mi
familia hablaba en quichua. Yo entendía y respondía a ellos.
-¿Fue a la escuela?
-Si allí nos enseñaban en castellano, y no se hablaba
quichua. No había una tendencia pura para decir el quichua esta acá. La
juventud en algunas partes tenía vergüenza de hablarlo solo lo hacía en la
casa. Yo he descubierto que hay mucha gente que sabe hablar quichua pero no la
quiere hacer por vergüenza. Yo creo que es una lengua que no tiene valores, es
tonta la idea de querer renovar esta lengua.
-¿Qué sentía usted cuando lo escuchaba a Sixto Palavecino?
-Lo entendía perfectamente. Yo creo que es una lengua que se
está perdiendo. Y más en nuestra provincia donde no es el quichua verdadero.
-¿No será que les trae recuerdo de la pobreza?
-No es un concepto vàlido. Si, muchas veces hasta el
castellano, cuando vamos a usarlo tenemos vergüenza, imagínese de una lengua
antiquísima como el quichua que es un dialecto, una lengua incompleta. La
mayoría sabe hablarla pero no sabe escribirla.
-¿Tiene poesía el quichua?
-Sí,
-¿Sirve para sacar cuentas?
-Sí. Pero el que sabe contar hasta cinco. Y no sé si hasta
los bolivianos saben contar.
-¿Escuchó hablar a bolivianos?
-Sí, pero no nos entendemos. Yo soy un fanático de hablar
quichua, adonde vaya me gusta hablar con gente que entienda.
-¿Tiene hijos? ¿Les enseñó a hablarlo?
-No, porque no estoy obligado ni pendiente de esta lengua.
No abrazamos el quichua sino que nos abocamos al castellano donde todos nos
entendemos.
-¿Esta lengua hace referencia a un tiempo que ya no es?
-Sí, el quichua esta muerto para mí.
-¿Quién lo mató?
-El mismo hombre, al optar por otras lenguas más expresivas,
profundas y claras. Hoy muy poca gente habla el quichua.
-¿Si el idioma ha muerto es porque no se lo transmitió?
-Yo acepto que si alguien dijo que esta lengua ya está
terminada porque se la ha analizado toda y no se la puede mejorar. Y se escapa
hasta de nuestros genes, lamentablemente ya fue. Podemos tener recuerdos para
las nuevas generaciones, pero transmitirla ya no. Ni recuperarla. Creo que hoy
todos los que hablamos desde chicos, la disfrutamos, nada más.
Según Nassif, y en eso coincide con la mayoría de los
investigadores, el quichua fue traído desde el Cuzco por los yanaconas y
algunos españoles, en su mayoría sacerdotes, que lo aprendían para evangelizar
a los indios en su propio idioma. De los naturales del Cuzco que llegaron a
Santiago con la expedición de Diego de Rojas, Nassif afirma: “Seguramente no
pueden volver 3.000 kilómetros. Atrás quedó el pasado. El imperio inca
derrotado. Vencido. Dominado por los mismos que ahora los esclavizan. En
Soconcho encontraron un lugar seguro y sobre todo la libertad”.
Isidora Nicasia Pacheco |
“El quichua nació en La Noria”
Isidora Nicasia Pacheco, de 49 años de edad, afirma que el
quichua nació en su pago natal. “Yo soy oriunda de La Noria, departamento
Loreto. Liberata Pacheco se llamaba mi abuela. Ahí en La Noria todos los
pobladores hablaban quichua. En fiestas, en reuniones, diariamente hablaban en
quichua. Y no sólo los grandes hablaban, sino
también los jóvenes. Ahora los chicos no quieren que hable el quichua
diciendo que queda mal porque los otros no entienden.”
-¿Les enseñó a sus hijos?
-Mis hijos entienden pero lo hablan poco.
-¿Cuándo va al centro de Loreto habla en su lengua materna?
-Sí, cuando nos juntamos lo hacemos.
-¿De dónde viene el quichua?
-Es una lengua muy antigua. Me contaban mis familias que
antes la gente no hablaba castellano solo se manejaba con el quichua. Antes
cuando viajaban en el colectivo la gente solo hablaba en quichua, y el
colectivero muchas veces no les entendía.
-¿Dónde surge esta lengua?
-Yo creo que en La Noria. Hoy los jóvenes están civilizados
porque ahora hay más educación, porque antes no había escuelas y ahora hay por
toda la zona.
-¿Sabe regresar a La Noria?
-Sí, ahí está mi madre que habla en quichua.
-¿En qué sueña? ¿En quichua o en castellano?
-En castellano. Pero también tuve sueños hablando en quichua
con mi abuela
-¿Se lo sigue usando?
-Hay gente que sigue hablando. Ya no quedan los quichuistas
puros de esos que hablaban solamente esa lengua. Ya se está terminando la gente
de antes.
-¿Cree que se están perdiendo?
-Si un poco. Hace 12 años cuando vine a Loreto, a mi primer hijo le daban clases de quichua
en la Escuela Nacional y sacaba muy buenas notas porque el sabía.
-¿A ellos les da vergüenza hablarlo?
-A ellos sí.
-¿Escuchaba a Sixto Palavecino?
-Sí, lo escuchaba y me gustaba.
-¿Sabe versos en quichua?
-No.
-¿Fue a la escuela?
-Fui hasta tercer grado.
-¿Sabe escribirlo?
-No. Y mis ancestros solo lo hablaban.
-¿Es más cómodo hablarlo allá, en esos pueblos, que aquí en
la ciudad?
-Y, sí.
-¿Cree que se está perdiendo la lengua?
-Sí, sería bueno que la enseñen en las escuelas.
-¿Para qué serviría?
-Para que no se pierda la legua que forma parte de nuestra
tierra.
-¿Qué oficio aprendió?
-Coser, tejer, hilar
-¿A qué se dedica su madre?
-Es ama de casa.
-¿Tenían animales?
-Cabras, ovejas, pero ya no queda nada.
Plácido Leguizamón |
Un habla prohibida
Plácido Leguizamón tiene 65 años. Es docente retirado de la
actividad y comerciante, con un negocio al lado de la Terminal de ómnibus de
Loreto. Auspicia un programa de radio en el que se habla quichua. Al final de
la entrevista reconoce que esta lengua no tiene futuro, que está desapareciendo
o que su influencia se redujo a unos pocos lugares.
“Hace 15 años mas o menos yo fui docente en el departamento
Quebrachos, allá el 90 por ciento de los pobladores hablaba el quichua, los
chicos que iban a la escuela todos lo entendían. Nosotros los docentes teníamos
dificultad para entenderlos. Había otro problema, que era la exigencia de las
autoridades nacionales de prohibir que se hable el quichua, porque querían
ajustarse a las facultades del castellano. Chocábamos con la dura realidad de
que los chicos no entendían. Inclusive a mí y otros docentes nos llamaron la
atención por hablarlo.”
¿Usted lo hablaba de antes?
-Sí, porque mi padre era de Chilca La Loma (Atamisqui) y mi
madre era de Ayuncha una parte quichuista. Yo nací en Loreto y por la relación
con la gente, teníamos que entenderlo. En Atamisqui predominaba más.
Desgraciadamente ha sido una influencia negativa el prohibirlo. Y los chicos
que pasaban por las escuelas debían hacer prevalecer el castellano.
-¿De donde proviene esta lengua?
-Quienes vivimos cerca del río Dulce estábamos a la vera del
camino Real que comunicaba el Alto Perú con Buenos Aires y de Loreto nos
separaban ocho kilómetros. El desplazamiento de la gente y el Ejército que iba
del Alto Perú a Buenos Aires hacía necesarias las postas, aquí había cinco ó
seis donde se establecía la gente que hablaba en quichua. No sé si recuerdan
que la declaración de la independencia estaba escrita en quichua.
-¿Quién trajo el idioma entonces?
-No serían específicamente los españoles sino los que se
desplazaban con ellos.
-¿Los peruanos?
-Los peruanos y descendientes de españoles con los
indígenas. Era más fácil para los españoles aprender quichua que para los
indígenas aprender el español.
-¿La radio y la tele contribuyen a la desaparición del
quichua?
-Sí, alguna influencia han tenido. A la lengua se le dio
mayor impulso con gente que intentó levantarla con el Alero quichua santiagueño
un programa excelente que era captado por muchísima gente.
-¿Le gustaba?
-Sí, yo tengo libros de Domingo Bravo que hacían muy
interesante el quichua. Tiene muchos sinónimos para designar objetos o lo que
quiera decir.
-¿En el campo la mayoría lo entiende y habla pero no lo
escribe?
-Sí.
-¿Por qué los padres no les enseñan a hablar a sus hijos?
-Porque siempre ha sido motivo de burla en las ciudades
especialmente. Los consideraban gente sin instrucción, “shalacos”. En los
lugares donde ellos vivían sí se practicaba y aun quedan pueblos donde la gente
sigue hablando quichua. Yo auspicio programas como el que se difunde en una
radio de Brea Pozo, que es conducido por un docente que lo promueve y lo
difunde.
-¿Vale la pena recuperarlo?
-Yo creo que vale la pena, forma parte de cada persona. Hay
culturas que mantienen costumbres, es una forma de preservar la identidad.
-¿Hablarlo remite a un ámbito rural?
-Si, a un reducto en donde todavía se lo sigue practicando.
-¿Se acuerda del quichua y cosas del campo?
-Casi siempre son cosas referidas al campo.
-¿Los que vienen a la ciudad tienen vergüenza de hablarlo?
-Generalmente los mayores no, pero los jóvenes sí son un
poco más reticentes, aunque en sus lugares sí hablan.
-¿Cuál de los le gusta más?
-Al quichua hay que practicarlo continuamente para que no se
pierda. Mis padres hablaban los dos idiomas y yo creo que los aprendí a los dos
al mismo tiempo.
-¿Alguna vez se sintió orgulloso de hablarlo?
-Sí, y me sigo sintiendo orgulloso de mis orígenes.
-¿Tiene futuro esta lengua?
-Así como van las cosas, no. Si tenemos que ser realistas
no. Va desapareciendo o reduciendo solo a unos pocos lugares.
Fuentes
Lugar: Loreto, a 60 kilómetros de Santiago del Estero,
capital.
Entrevistados:
Felisa Ruiz
Mariano Herrera
Víctor Erasmo Bonahora
Isidora Nicasia Pacheco
Plácido Leguizamón
Autor entrevistado: Alfonso Nassif (escritor y poeta de
Suncho Corral).
Autores consultados: “Folklore santiagueño” de Julián
Cáceres Freyre, (inédito). “Antología de poetas santiagueños”, de Alfonso
Nassif (tercera edición inédita). “El quichua de Santiago” (artículo aparecido
en la revista La Brasa, año II número 4, de 1928). “Diccionario quichua
santiagueño”, de Domingo Bravo (editado por la Universidad Nacional de
Tucumán). “El país de la selva”, de Ricardo Rojas (ediciones Guillermo Kraft).
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