jueves, 7 de julio de 2011

Ricardo Aznárez

Ricardo Aznárez

Médico, literato.

Nacido en Santiago del Estero el 13 de diciembre de 1955.   Egresó como médico de la Universidad Nacional de Córdoba entre en 1979,
Realizó su Residencia  y Jefatura de Residentes de Ginecología en el Hospital Italiano de Bs. As. entre 1980 y 1984. Fue Presidente del Consejo Médico de Santiago del Estero entre 1994 y el 2000.
 Su libro “Tornillos y otros cuentos” fue publicado en 1997 por Barco Edita y  prologado por el Dr. José Andrés Rivas Académico de la Academia Argentina de Letras;  otros cuentos suyos fueron publicados en  “Cuentos de la Ciudad Vieja” de Barco Edita en 1997; “Cuentistas Argentinos de Fin de Siglo. Tomo 2.” de Editorial Vinciguerra en 1997;  “La Narrativa Histórica de Santiago del Estero” de los profesores Luis Alén Lascano y Ricardo Dino Taralli  editada por Santiago Libros en 1998; “De este solar” de Ediciones del Rectorado de la Universidad Nacional de Tucumán en 1998; “Primera antología de Médicos Escritores santiagueños.” Editado por el Colegio de Médicos de Santiago del Estero. Noviembre del 2007. Tiene inédito un libro de 18 cuentos. Ha publicado numerosos cuentos en diarios y revistas de Santiago del Estero. Tiene premios provinciales, municipales y nacionales. Vive en Santiago del Estero desde 1984, está casado desde 1981 y tiene 4 hijos.



Pausa
Había pescado todo el día para otros, había acomodado el campamento de los pescadores, y volvió a la orilla del río Dulce, en Santiago, cerca de Villanueva.
La ribera era alta, como a cuatro metros del agua y el boliche estaba casi en la barranca.
Era chico; entre la puerta y el mostrador había menos de dos metros y atrás las amadas y multicolores botellas en la estantería.
-Una Ginebra,- pidió y tomó.
-Otra,-dijo, y ahí recién empezó a pensar, a sentir, a estar en el lugar perfecto.
Podría haber ocurrido en una taberna igual del Yukon, con whiskey en lugar de ginebra, mucha nieve, y una bolsa de pepitas de oro en lugar de la libreta y la confianza del bolichero.
En la segunda copa, descubrió al hombre borracho, que acodado en el mismo mostrador empezó a contar su historia de infidelidades sufridas.
En la tercera copa, reparó en la mujer que cocinaba en un rincón, en sus piernas y en la prominencia de sus pechos y glúteos.
En la cuarta copa, no ignoró que ella lo miraba.
En la quinta copa, alguien llamado Jack London soñó esto pero no llegó a escribirlo.
Tomado del blog En los esteros.

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