domingo, 28 de agosto de 2011

Edgardo Urtubey

Edgardo Urtubey.
La ingeniería, la docencia, los cuentos

Nació Santiago del Estero, lugar donde reside actualmente. Se recibió de  ingeniero civil en Buenos Aires, en sus inicios como profesional trabajó más de 20 años en Agua y Energía Eléctrica de la Nación, a la fecha se desempeña como profesor titular con dedicación exclusiva en la Universidad Nacional de Santiago del Estero, donde es investigador categorizado y asesor en tecnología del hormigón.
Su obra literaria se compone de cuentos y relatos breves en los que refleja tipos humanos y el ambiente rural de Vinará, pueblo del departamento Río Hondo donde vivieron sus abuelos maternos y donde transcurrió parte de su infancia y juventud.
Ha publicado cuentos en Pluma y pincel, suplemento cultural del Nuevo Diario de Santiago y en revistas como EntreverArte, de Buenos Aires y El punto y la coma, de Santiago del Estero, entre otras. Junto a otros autores contemporáneos está antologado en el libro Cuentos de la ciudad vieja de Barco Edita.



Resurrección informática

Seguir haciendo trámites cuando la vieja llevaba varios días muerta me caía como un puñetazo en el estómago. Pero lo mismo entré al gran salón de la obra social donde se agolpaba una multitud doliente y donde había pasado todas las mañanas de los últimos tres meses. Me presenté en el mostrador de costumbre y al ver el acta de defunción (en vez de carnet de afiliado, documento y último recibo de sueldo) la señora que atendía, sin vacilar me mandó a Afiliaciones.
-Solicite Alta Momentánea, dijo misteriosamente.
En Afiliaciones había un mundo de gente. Hice la cola número en mano, finalmente una chica que masticaba chicle con gran entusiasmo escuchó mi pedido y escribió algo en el teclado de su computadora. Antes de apretar Enter me dijo que solo tendría media hora para hacer los trámites. Asentí sin comprender del todo y el nombre de la vieja titiló en la pantalla. Volví al mostrador con el cuerpo liviano y entregué los papeles pensando en el milagro de la resurrección informática, el nombre de la vieja recorría la red de computadoras de la Obra Social y para los operadores de la Sección Auditoria mi madre, por unos minutos, estaba viva a todos sus efectos. Desde Auditoria los papeles vinieron a la Caja 2, autorizando los últimos días de internación. Cuando me disponía a pagar, me informaron
-Sin cargo, una gentileza final. 
En Afiliaciones, la chica que masticaba chicle tocó un botón y la vieja volvió a morirse, esta vez para siempre.
Julio de 1999.

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