Jacinto Piedra. |
Cuando las emociones confluyen buscando un mismo propósito, ningún sueño cae roto, porque la ilusión misma despega del corazón buscando rebelarse y los senderos de la realidad abren paso a ese nuevo misterio, que a veces no conocemos ciertamente pero lo intuimos, lo imaginamos y lo llevamos tan adentro, que lo alimentamos todos los días con la pasión del vivir. Los verdaderos soñadores no pierden ninguna batalla, porque las adversidades de la vida misma los alientan a seguir.
Jacinto Piedra, músico y poeta santiagueño, fue un artista notable que trascendió gracias a su inclaudicable firmeza testimonial. Concitó su atención a la música porque entendió que había que transmitir el mensaje de una manera pacífica, efectiva, sin armas, porque su palabra fue su espada más segura.
El clamor de su poesía siempre meditada, tuvo esa pura intención de evocar la verdad, de revelar el lado mísero del hombre mundano. “…Y hoy estoy de vuelta aquí donde ni el vuelto te dan, las propinas del amor son igual al que las da”.
Más allá de los contratiempos de vivir en un mundo agitado, su vida estuvo signada por un claro compromiso existencial porque la pasión deslumbró en el gesto del canto. Y fue así como la copla dibujó la realidad y el artista supo desnudar desde su perspectiva filosofal el misterio de la realidad.
Y hoy quizás el canto del cardenal todavía vuela por algún rincón del universo para continuar en la búsqueda de alguna libertad divina, de algún sueño que le dé paz, porque en la travesía de la vida a la que tan rápido dejó por designio del Creador, pasó sin querer a convertirse en un mito.
Jacinto era un tipo cualquiera buscando una vida diferente, como todos nosotros, frente a las dificultades propias de un sistema que utiliza las creaciones de los artistas y sus imágenes para convertirlas después en productos vendibles, más allá de su condición estética.
Aunque para muchos siga siendo una leyenda, desde otra visión algunos preferirán recordarlo como alguien que se adelantó a su tiempo, desde su voz, desde el color de sus melodías y desde su poesía tan testimonial para la música folklórica.
Para algunos seguirá siendo eso, un idealista que despertó esperanzas a una juventud defraudada por su sociedad, que filosofó la condición humana con la “Chacarera del amor”, como una forma de reivindicar el valor de nuestras propias libertades. Para eso el amigo Tucho Ruffa podría resumirlo mejor: “Él era tal cual lo que escribía, quería que los hombres fueran reales porque nadie es heredero de nadie”.
Su vida artística
Sus padres don Manuel Gómez Oroná, otrora reconocido gran bailarín y doña Haydée Leguizamón, lo apoyaron incondicionalmente por lo que desde muy jovencito, a los 7 años, logra debutar como “Ricardito, el niño cantor”, en la confitería Belgrano, frente a la plaza Belgrano, de la capital santiagueña.
Gran parte de su infancia transcurrió en el viejo barrio de Tala Pozo, pero al poco tiempo su familia se trasladó a Buenos Aires hasta que se radicó en Morón. Fueron aquellos tiempos -a fines de la década del 60- cuando el rock de los internacionales Beatles, Pink Floyd o Spinetta y Charly en nuestro país, hacían furor entre los jóvenes, por lo cual muchos no dudaron en incursionar en este género tan influyente, al que Jacinto por supuesto, no le pestañeó un momento. Entonces comenzó a experimentar con la denominada música progresiva de los años setenta, tocando y cantando en bandas como “malva Blues” y “El obelisco”.
Algunas andanzas por Bolivia y Perú le posibilitaron conocer otros ritmos y un pasado en común que lo identificaban con sus antepasados.
Después de estas fascinantes experiencias le siguieron las agrupaciones más reconocidas en su etapa profesional: “MPA” y “Los Santiagueños”, luego el conjunto vocal “Kausay” y algunas colaboraciones con “Tucho Ruffa y la calle”, más su único trabajo como solista titulado “El incendio del poniente”. Por allí algunas grabaciones encontradas en el tiempo, hablan de un Jacinto con varias composiciones sin registrar, algunas de esas piezas son “nuevo”, “Los malos gobiernos”, “Como hilos de plata”, entre otros.
La última entrevista
Jacinto Piedra concedió su última entrevista periodística, en su casa del barrio Belgrano, el 20 de octubre de 1991, a la revista Ventana abierta.
Los siguientes son fragmentos extraídos de la entrevista realizada por Hugo Orlando Ramírez:
Decía Jacinto: “El arte fundamentalmente se basa en los sentimientos y en la espiritualidad, yo creo que aún el más hipócrita de los artistas, si es artista en el alma tiene cosas buenas.
“Los discos son importantes cuando son hechos en función del arte. Yo siempre he sido un intérprete, pero me he puesto a componer para pincharlos a los demás, para que produzcan mejores cosas los que tienen talentos.
“Nosotros los músicos somos el vehículo del mensaje que te está tirando la gente y uno de debe escucharla, interpretarla. Debe tener el don y el tiempo. Entrar en un estado contemplativo permanente de la vida, de las cosas.
“Ojalá un día puede tener acceso a trabajar por estructuras nuevas dentro del arte, así sea que tenga que caer en lo político.
“Lo más fuerte de Santiago, lo que hay que cuidar es el patrimonio musical que tenemos. Crear organismos para que a través de los músicos nos unamos y podamos llevar adelante este proyecto. Porque al más alto gobernante y al más humilde de los militantes les gusta la chacarera.”
Mi rebelión te canta
Su canción fue valiente. Renegó del poder pero tuvo que aliarse al poder y apoyar una candidatura para movilizar el arte santiagueño. La suerte no lo acompañó. En la madrugada del 25 de octubre de 1991, un fatal accidente automovilístico en San Carlos, cerca de La Banda, puso fin a la vida del trovador santiagueño.
Ya lo dijo Nietzsche: “Poeta no es el que escribe, es el que se atreve a confesarse y mantener una actitud poética ante la vida”. Evidentemente Jacinto supo defender esa idea tan sustancial para la vida de un artista que siso más y llegó hasta donde pudo. Un “guerrero incansable” que sirvió a un ideal de vida desde su misión con el canto sentido “florecido en rebeliones y asumiendo conciencia”.
Nota publicada en El punto y la coma, firmada por Omar Estanciero.
Chacarera del amor
En un monte vecino
cantó un cardenal
y un mediodía de flechas
lo quiso callar
pero tu sol quería
volverlo a encontrar.
En un lugar del tiempo
la vida se unió
junto con la inocencia
en que nace el amor
los cuerpos no son carne
que regala Dios.
Tierra bendita tierra
de palos y mar
esta guerra es eterna
es furia que va
baila por las naciones
donde hay libertad.
En un monte vecino ...
En las calles florece
una juventud
que no tiene futuro
donde está tu amor
mi rebelión te canta
lo que me faltó.
Un beso es solo un beso
y una condición
relámpago que en la noche
a mi niño asustó
por irme de la guía
quiero tu perdón.
Línea de bailarines
de brazos al sol
se mueven como las ramas
flexibles al viento
pisan descalzo al este
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