jueves, 7 de julio de 2011

Julio Alberto Carreras

Julio Alberto Carreras

Escritor,  militante de izquierda

Estudió piano desde los cuatro años, pintura, dibujo, escultura y grabado desde los once, guitarra desde los 10. Desde los 14 a los 20 años tocó la guitarra eléctrica en conjuntos de rock y luego comenzó a escribir artículos sobre música en El Liberal, diario de Santiago del Estero. Después trabajó como periodista en las revistas Posición (Córdoba (Argentina)|Córdoba) y Nuevo Hombre (Buenos Aires).
La muerte de su novia, Clara Beatriz Ledesma Medina (19), lo impulsa a convertirse en escritor a los 23 años, sin abandonar su trabajo como periodista. En 1972 abraza el marxismo trotskista, aunque sin renunciar al cristianismo, e ingresa en el Partido Revolucionario de los Trabajadores. Cuatro años más tarde es apresado en San Francisco de Córdoba, junto con su esposa; permaneció siete años en diferentes cárceles y campos de concentración, y ella, seis. Una vez en libertad, realizó diversos trabajos, hasta que volvió al periodismo: editó la revista Quipu de Cultura (1990), fue director del suplemento Cultura y Educación y jefe de Editoriales de El Liberal. Es fundador de la Asociación de Periodistas de Internet.
Se considera "un autodidacto", pues, según manifestó en un reportaje, "la mayor parte de los conocimientos más profundos que obtuve lo fueron de familiares, especialmente de los campesinos, y de lecturas que providencialmente fui engarzando a lo largo de mi vida".
La obra de este escritor abarca un período sensible y tumultuoso de la historia argentina. Sus novelas  y sus cuentos toman datos de la realidad. En la novela El Jinete Oscuro narra la saga de una familia santiagueña entre 1945 y 1963, lapso que vio el nacimiento, apogeo y derrocamiento del peronismo.
Carreras ha incursionado en la mitología del Norte, una de las más ricas del país, con leyendas que califica de "ecológicas". 
Tomado de wikipedia.


Misión ética del escritor
A las empresas editoriales les conviene que el escritor produzca bellas composiciones dentro de una ideología multivalente, permisiva. Que el libro también sea sólo un objeto de placer. Porque la base del comercio capitalista es que el objeto de uso agote su valor intrínseco, para que el consumidor -así lo llaman ellos- salga desesperado, si tiene dinero, a buscar un objeto nuevo. Que lo haga olvidarse de sí mismo, náufrago doliente en el perverso mundo de relaciones equívocas creado, precisamente, por el capitalismo.
Así aparecen y desaparecen escritores como este brasileño mefistofélico, que ya ni me acuerdo cómo se llama, medio degenerado, de quien decían también que era amante de la Bolocco (cuando ya estaba con Menem). "Búm", sus libros se venden como choripanes en La Bombonera durante una final de Boca y River. ¿Y después? Puf, desaparece. Ni sus nietos se acuerdan de él. Hacen mucha guita, por lo general, como Britney Spears o Madonna. Pero nadie puede decirme que esas dos minas son, ni felices ni verdadero ejemplo para nadie.
La misión ética que debe cumplir un escritor, según creo, es ser cada vez mejor, acercarse cada vez más, en su vida personal, a la perfección. ¿Por qué? Pues porque si es responsable, se trata de alguien que tiene acceso, por sus estudios, a las mayores fuentes de sabiduría que creó la humanidad en su ya larga evolución de 50.000 años.
¿Y de qué se trata la perfección? Nadie vaya a creer que es vestirse bien o ponerse cada día anillos de oro distintos, a cual más sofisticado. Buda y Jesucristo nos indicaron muy claramente qué es la perfección. Basta con estudiar profundamente sus enseñanzas, y perseverar cada día en practicarlas con mayor eficiencia. Lo cual no es nada fácil, pero creo que sí es posible, al menos acercarse a ella, como muchos grandes sabios lo han demostrado, en estos últimos 2000 años.

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